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Pocos impuestos, muchas deportaciones: así serán los EE.UU. de Trump

La bandera enorme de EE.UU. ondeaba alto ayer en Mar-a-Lago, la mansión y club privado en West Palm Beach (Florida) del ahora presidente electo de la primera potencia mundial. Fuera, una seguridad férrea, un puñado de curiosos y algunos periodistas apuntando sus objetivos hacia el palacete de inspiración española que un joven Donald Trump adquirió en los años 80, cuando se convirtió en la estrella -fugaz- del ladrillo neoyorquino. Dentro, el próximo líder de EE.UU. estaba con su círculo íntimo de asesores y familiares. Son los primeros pasos de la transición hacia su segundo mandato. Después de dos días tempestuosos, de votación y de recuento, con amenaza de tormenta, con el océano revuelto, ayer salió el sol en la costa de Florida. Trump es la opción de la mayoría de los estadounidenses para dejar atrás cuatro años marcados por un presidente débil, Joe Biden, y una economía dominada por la inflación. Pero, también, casi la mitad del país cree que vivirá cuatro años bajo una nube negra.Sobre la mesa de Trump, dos prioridades: diseñar su equipo y sentar las bases de su agenda para su segundo desembarco en la Casa Blanca. Es un proceso que se desarrollará desde ahora hasta el próximo 20 de enero, cuando el presidente electo jure su cargo en la escalinata del Capitolio de Washington.«Le vamos a dar la vuelta»Lleva casi dos años como candidato, un tiempo en el que ha llenado a los estadounidenses de propuestas y promesas. Muchas tienen que ver con los dos asuntos que más han movido el voto por el multimillonario neoyorquino: la mencionada economía y, en parte relacionado con ella, el caos migratorio. Pero también muchas otras ambiciones, desde desterrar la ideología \'woke\' a transformar la relación de EE.UU. con sus aliados y rivales de todo el mundo.Noticia Relacionada estandar Si Trump consigue un Capitolio dócil y hecho todo a su medida David Alandete | Corresponsal en Washington Los republicanos ya han logrado una mayoría más que suficiente en el Senado«Le vamos a dar la vuelta», dijo sobre EE.UU. en la madrugada del miércoles en la celebración de su victoria en un centro de convenciones aquí en West Palm Beach, muy cerca de su residencia. «Hay que darle la vuelta rápido, lo vamos a hacer de muchas maneras, de todas las maneras».La mayor urgencia para los estadounidenses es que les alivie el bolsillo. Trump ha dicho que atacará la inflación, que ha caído con fuerza en la recta final de la presidencia de Joe Biden, «desde todos los frentes», sin dar grandes detalles. Sí ha sido más explícito sobre una de las líneas maestras de su política económica, como ya lo fue en su primer mandato: la bajada de impuestos. Las promesas de Trump aquí son abundantes: bajar los impuestos a la renta en todos los tramos; rebajar el impuesto de sociedades del 21% -él ya lo bajó, antes estaba en el 35%- al 15%; eliminar los impuestos en las propinas -el famoso \'no tax on tips\', diseñado para ganar Nevada, por el peso del sector hotelero de Las Vegas-, además de los que se imponen a los cobros de la Seguridad Social y a las horas extra; en el final de la campaña, cuando las encuestas decían que las cosas iban empatadas frente a Kamala Harris, Trump llegó a deslizar que se cargaría el impuesto de la renta.Todo esto, claro, tiene que pasar por el Congreso, donde el presidente electo tendrá a su favor los buenos resultados que han cosechado los republicanos: han recuperado el Senado y apuntan a hacer lo mismo con el Congreso, pendientes del final del recuento. Es probable que parte de esos recortes de impuestos no lleguen, por el impacto que pueden tener en el déficit que acumula a EE.UU. -36 billones de dólares- y en los servicios a los ciudadanosTrump tendrá a su lado al hombre más rico del mundo, Elon Musk, que ha cobrado gran protagonismo en el último tramo de la campaña, tanto en mítines como en la financiación de su maquinaria electoral. Pondrá a Musk al frente de una revisión del Gobierno para, en esencia, meterle tijera: eliminar regulaciones, acabar con algunas agencias gubernamentales, suprimir gastos superfluos, recortar plantillas.De puertas para afuera, la propuesta populista de Trump se basa en una política arancelaria, en la que utilizará las tasas a productos extranjeros como medida de presión. Eso incluye a sus aliados occidentales, como España, a la que en su anterior mandato castigó con aranceles, por ejemplo, al sector de la aceituna. En el otro gran frente, la inmigración masiva, la tarea es hercúlea. Trump ha prometido que «en su primer día» como presidente logrará «sellar» la frontera con México. Para conseguirlo ha dicho que utilizará todos los poderes a su alcance: aprobar otro Título 42 -la normativa de salud pública utilizada en la pandemia para impedir el procesamiento de peticiones de asilo-, acabar con el \'catch and release\' -la práctica de detener a inmigrantes indocumentados y soltarlos hasta que se ventile su petición de asilo-, aumentar en 10.000 agentes el número de efectivos de la Patrulla de Fronteras, castigar con recortes a las entidades locales que den asistencia a inmigrantes indocumentados…La medida estrella, sin embargo, es la deportación masiva de inmigrantes indocumentados. Trump ha prometido el «mayor programa de deportación de la historia de EE.UU.», pero habrá que ver, al igual que con su promesa incumplida de levantar un muro en la frontera con México, cuánto consigue: hay once millones de inmigrantes indocumentados en EE.UU., que son una pieza central en algunos sectores laborales y cuya deportación supone un gran desafío legal, logístico y económico.Ucrania y Oriente PróximoEl mismo tiempo que tardará, según él, en cerrar la frontera por completo es lo que le costará acabar con la guerra en Ucrania. Trump ha dicho que lo hará «en 24 horas». Esto apunta a forzar al Gobierno de Kiev a ceder parte de su soberanía nacional. En Oriente Próximo, el otro foco de inestabilidad en el mundo, Trump ha dicho que con él no habrá guerra en Gaza y que acabará rápido con el «caos». En su anterior mandato tuvo éxito con los Acuerdos de Abraham, en los que Israel estableció relaciones diplomáticas con algunos países árabes. Ahora buscará lo mismo con la pieza mayor en esa región: Arabia Saudí, con lo que conseguiría un gran muro de contención frente a Irán.De las guerras del mundo, a las guerras culturales internas. Trump ha prometido derrotar la ideología \'woke\': sacarla del ejército y de las escuelas, eliminando financiación a los centros que el Gobierno considere que promueve esas ideologías. Trump planea eliminar el Departamento de Educación.De momento, está dando los pasos para conformar los equipos que le ayudarán a desplegar esa agenda. En las quinielas siempre ha estado Marco Rubio, senador por Florida y que estuvo entre los finalistas para ser su vicepresidente. Ahora aspira a ser secretario de Estado, lo que podría tener un impacto directo en la relación de EE.UU. con las dictaduras de Cuba y Venezuela. Otra posibilidad para dirigir la diplomacia es Richard Grenell, que fue director nacional de inteligencia y embajador en Alemania con Trump.Para el Departamento del Tesoro suenan nombres como los de John Paulson y Scott Bessent. Mucha más carga política tendrá su fiscal general, en un momento en el que Trump necesitará que decaigan las causas penales que tiene en su contra. Entre otras opciones, están los senadores Mike Lee y Eric Schmitt. Y moviendo todos los líos podría quedar Susie Wiles. Ella ha sido la directora de una campaña exitosa, donde Trump ha rascado votos de electorados antes dominados por los demócratas. Wiles es una de las opciones para ser jefa de Gabinete.

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