Lo que ha ocurrido este martes en Corea del Sur sirve para ilustrar el peligro al que se enfrentan todas esas democracias empeñadas en devorarse a sí mismas frente a autocracias cada vez más perfectas y coordinadas. El presidente Yoon Suk-yeol ha intentado un autogolpe declarando la ley marcial. El Parlamento nacional, pese a sufrir el asalto de 300 militares, ha bloqueado esa medida de excepción, forzando a hacer el cangrejito a un inepto presidente que tendría los días contados en el puesto en virtud de un juicio político por traición. La saga de Seúl parece excepcional, pero en realidad no lo es. Forma parte del declive de las democracias liberales por todo el mundo. Con síntomas que resultan demasiado familiares: crisis de los partidos políticos tradicionales; pandemia de populismo; hiper-liderazgos de los llamados hombres fuertes; normalización de la mentira en el lenguaje político; ascenso de las minorías parlamentarias que logran priorizar el interés propio por encima del bien común; maximización del poder ejecutivo en detrimento de cualquier otro contrapoder; asalto al Estado de Derecho y quiebra del principio de igualdad ante la ley; además del olvido de los ciudadanos más vulnerables. La Corea del Sur del anti-sistema Yoon Suk-Yeol recuerda al doloroso caso de Israel con Benjamín Netanyahu . Sobre todo, porque con enemigos tan brutales literalmente a la vuelta de la esquina, estas democracias en primera línea de fuego no se pueden permitir tanta fractura iliberal sin multiplicar la tentación y el riesgo de agresión. Hace tiempo que Kim Jong-un , el líder supremo norcoreano, ha renegado de buscar mejores relaciones con EE.UU. y Corea del Sur acercándose a la Rusia de Vladímir Putin con tropas y munición a cambio de no se sabe muy bien qué. Hasta el punto de multiplicarse las especulaciones sobre una confrontación en la península coreana. Puede parecer absurdo, incluso suicida, pero en el mundo de las guerras de Ucrania y Gaza es lo que hay. Como decía Kissinger , que uno sea paranoico no significa que no tenga enemigos de verdad.