No habrá cortapisas al poder total de Donald Trump en su regreso triunfal a Washington en enero. La mayoría en el Senado ya es republicana , y la Cámara de Representantes seguramente lo será también aunque aún depende de algunos resultados en estados clave. Los republicanos podrán emplear ambas mayorías para eludir bloqueos demócratas en el Senado. Tendrá Trump vía libre para una transformación del estado federal, con recortes masivos; deportaciones a gran escala, y una política arancelaria con un nivel de proteccionismo inédito. No tendrá oposición significativa en el Capitolio. Los demócratas quedan relegados a un destierro del que tardarán en emerger.Los feudos trumpistas fueron los que facilitaron que los republicanos retomaran el control del Senado. El republicano Bernie Moreno derrotó al senador demócrata Sherrod Brown en Ohio. Además, como era de esperar, los republicanos lograron fácilmente hacerse con el escaño que durante años ocupó el senador demócrata Joe Manchin en Virginia Occidental, gracias a la victoria del ahora gobernador Jim Justice, republicano. Estos resultados fortalecen la posición del Partido Republicano en una cámara crucial, que supervisa la política exterior, aprueba los nombramientos del presidente y controla los presupuestos con la Cámara Baja.Mayoría republicanaAhora, la única incógnita es el tamaño de la mayoría republicana, ya que los demócratas aún están a la defensiva en estados clave como Pensilvania, Michigan, Wisconsin, Nevada y Arizona, donde el recuento se demora porque la diferencia es de miles de votos. Los demócratas obtuvieron una victoria significativa en Maryland, donde Angela Alsobrooks venció al exgobernador republicano Larry Hogan, asegurando que al menos ese escaño permanezca en manos del partido.En Arizona, el demócrata Rubén Gallego está ligeramente por encima de la republicana Kari Lake, una gran aliada de Trump, que ya fracasó en su candidatura a gobernadora, y que ha denunciado falsa y preventivamente fraude electoral. De todos modos, aunque Gallego, un demócrata centrista, se haga con ese escaño, no alteraría el nuevo equilibrio de poder en el Capitolio. En la Cámara de Representantes, o Baja, los republicanos gozaban de una mayoría de nueve votos, y cuentan con ampliarla. Eso permitirá al diputado Mike Johnson, otro aliado de Trump , mantener su presidencia, lo que le convierte en el segundo en la línea de sucesión presidencial tras el vicepresidente, J.D. Vance. Vance y JohnsonEl ascenso de esos hombres, Vance y Johnson, marcadamente trumpistas, defensores de un proteccionismo aislacionista, refleja cómo el expresidente ha transformado a su partido. Tras su salida de la Casa Blanca, Trump se entregó a una purga que ahora le da sus resultados. No tendrá oposición interna, y cuenta con un bloque demócrata escuálido, sin liderazgo aparente, descabezado. Un ejemplo de esa purga trumpista es la salida de puestos de responsabilidad del senador Mitch McConnell , quien ha liderado la bancada republicana desde 2015. Conservador tradicional, McConnell se enfrentó a Trump tras el saqueo del Capitolio y ha quedado cada vez más aislado en su partido. Al menos, mantiene de momento el escaño, pero otros críticos con el presidente electo, como Mitt Romney, no han tenido más remedio que dimitir o ir perdiendo primaria tras primaria. Queda un exiguo bloque centrista en el Senado, realmente dos senadoras: Susan Collins, de Maine, y Lisa Murkowski, de Alaska. En alguna ocasión han votado con los demócratas, pero dado el avance republicano, ni siquiera su voto puede ser decisivo para derrotar los proyectos más ambiciosos de Trump, como fue el del fallecido John McCain en 2017 en el fracasado intento de aniquilar la reforma sanitaria de Obama.El Senado y la Cámara se deciden por voto directo, a diferencia de la presidencia. La nueva mayoría monocolor republicana refleja el ascenso de los republicanos, y el tirón de Trump, que se ha impuesto hasta en zonas muy demócratas, como los suburbios de Nueva York. El candidato fue el más votado en algunos barrios de Queens, de donde procede su familia, y de Brooklyn.Esta mayoría republicana también implica que Trump debe darse prisa. Si el presidente quiere aprobar sus reformas más ambiciosas, como el desmantelamiento de la burocracia y el funcionariado federal, debe hacerlo antes de 2026, porque la tradición dicta que en elecciones parciales el partido en el poder suele asumir importantes pérdidas. Aunque Trump ya ha demostrado que es capaz de romper todas las costumbres.