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Daniel Caran

Por Daniel Caran

El planteo social de si debe o no venderse alcohol en las fiestas estudiantiles alcanzó ribetes de escándalo. Y otra vez, como ocurre casi siempre, la Justicia correntina metió la cola para ahondar el conflicto con metodologías siempre inadecuadas y de presión.

 

Por ello, ante la decisión judicial que permite a una empresa la venta de bebidas alcohólicas, el Concejo Deliberante de Capital resolvió acudir a herramientas institucionales que tiene a mano y llamó a una sesión especial para el tratamiento del expediente Nº 44-D-16. La misma trata de un proyecto de ordenanza sobre la “Regulación de venta de alcohol en las recepciones y cenas de egresados de la ciudad de Corrientes”, tema que en este momento se encuentra en tratamiento judicial.

 

Puede que éste sea el camino para retornar a la normalidad, buscando evitar especulaciones groseras que rozan lo ridículo, al mezclarse posturas políticas con una realidad social que reclama respuestas concretas en favor del bien común.

 

Lo de la Justicia correntina ya no tiene comparación. Se multiplican los errores, con la consabida determinación de consolidar un sistema que algunos consideran vetusto, pero que resiste en el tiempo en virtud de acciones corporativas que permiten la sobrevivencia de personajes oscuros con trajes de magistrados.

 

Es que las paredes escuchan. Y todos hablan en los pasillos judiciales sobre las presiones ejercidas por la titular de la Cámara que definió en favor de un empresario de la noche, de quien además es familiar directo. Llamadas, pedidos, súplicas, pases de factura. Todo junto para lograr la firma de sus pares que avalen un desparpajo judicial que beneficia lo económico por sobre un pretendido bien común.

 

En el Concejo no descartan que algunos opositores se sumen al proyecto oficial, habida cuenta que en ésta oportunidad – a sabiendas de la decisión de la Cámara- se volverá atrás y se pedirá el aval del legislativo local para avanzar en la pretendida restricción.

 

La herramienta institucional puede servir, aunque mucho más allá está una estructura judicial nefasta que resiste y aguanta. Saben y entienden qué se están jugando. 

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