Por Daniel Caran
La desesperación suele llevar a decisiones absurdas y hasta peligrosas.
Colombi va perdiendo uno por uno los round que les presenta el tiempo mismo, y el reloj de arena parece enlentecerse en el destino inexorable de su partida del poder. Entonces, a sabiendas de ese inevitable final, empezó a delinear estrategias casi suicidas que ponen en riesgo hasta la seguridad de la gente.
Dicen los que saben cosas de su entorno, por ejemplo, que hasta observó con cierta sonrisa socarrona los devenires de Capital y los pueblos castigados por las lluvias, a tal punto de ni inmutarse en mostrarse junto a “sus” candidatos locales en tan delicado momento.
Apuesta al fracaso, para entonces seguir sosteniéndose en la imagen de único e insustituible.
A tanto desparpajo llega su bronca que reniega escuchar a quienes le insisten en definir por el candidato para ‘salir a la cancha’.
Y lo peor: hasta apuesta por nuevas inclemencias climáticas que dejen en evidencia la supuesta ‘endebles’ de la administración capitalina y otras.
Es que ni Fabián Ríos, con quien supuestamente ‘arregló’ en su momento, ya forma parte de su entorno protector.
Con la Fiesta del Surubí de Goya apuesta a lo mismo: a través de Osella habría dado instrucciones de establecer mínima presencia policial en el predio y otros lugares, habida cuenta que Bassi decidió que la entrada sea gratis, con lo que se espera una multitud durante cada día de la fiesta en los lugares de exposiciones y paseos. Un riesgo inútil y peligroso.
Pero, en la desesperación apuesta al fracaso.
Prefiere ser tildado de hosco, y sostenerse en la supuesta figura de ‘imprescindible’.
Ojo… lo acompañan unos pocos… cada vez menos.