Por Daniel Caran
Le está costando al mandamás mercedeño juntar la tropa en tiempos de despedidas.
Ya no es el de años atrás, cuando su sola presencia significaba el obligatorio acompañamiento.
La reunión que organizó Colombi el pasado jueves por la noche tuvo ribetes especiales. Bajó línea, y muchos lo escucharon en silencio, y después….
Lo cierto es que al cónclave que intentó ser secreto fueron los considerados ‘ricardistas de primera línea’, aunque bien pueden estar enrolados en la estructura radical que buscará por todas las maneras de continuar en el poder más allá del fracaso reformista.
Noel Breard, el autor del proyecto de reforma, fue uno de los pocos que habló sobre el encuentro, consultado sobre la reforma, admitió: “puede pasar cualquier cosa. Pero somos optimistas”.
¿Hay todavía algún atisbo de esperanza en la estrategia que parece caída?.
Hay un elemento no menor que envalentona a Colombi: no surge un candidato de fuste en la oposición que conmueva a la sociedad. Él mismo lo observa caído a Camau, no cree que llegue Ríos, y espera (con cierto recelo) que Macri no le falle ubicando en la pelea a algún bendecido (o bendecida) para pelearle el sillón de Ferré.
Pero si esto le da crédito a sus intenciones, hay otro dato que lo incomoda, y para eso reúne a la tropa más fiel: no está convencido de ‘sus’ candidatos.
La cena del jueves pasó desapercibida dentro de una estrategia concreta: Colombi ordenó a los suyos a no hablar más del tema hasta que la cuestión llegue al recinto legislativo. No está mal su idea, si se tiene en cuenta que hay ciertos bocones a los cuáles se les sale fácilmente las ganas de reemplazarlo.
Y eso lo hace enojar. Y mucho.
En definitiva cada vez son menos los que concurren a éstas cumbres: se desvanece la confianza. Es lógico y esperable.
