Por Daniel Caran
“Está cambiando el nivel de demanda de la gente. Lamentablemente. De un tiempo a esta parte se nos reclamaba por pavimento, por cloaca, o por la iluminación… en los últimos tiempos, dolorosamente empezamos a recibir el pedido por comida”, dijo el intendente Fabián Ríos, al referirse a una realidad dolorosa que empieza a golpear nuevamente, y que nos remonta a tiempos pasados que parecían olvidados.
Por mucho de irresponsabilidad dirigencial, más allá de lo inapelable de las urnas y sus consecuencias, empezamos a convivir con situaciones viejas que creíamos terminadas, pero que terminan ratificando un estado social que repetimos hasta el cansancio: la pobreza estructural.
Así, en medio de discusiones menores sobre tiempos electorales, candidaturas y otras yerbas, el correntino común sigue viviendo en una pobreza recalcitrante que posterga, condiciona, duele.
¿Puede el contexto político-institucional colaborar para salir de ésta iniciada crisis?. Claro que puede, pero lejos está de hacerlo.
Ese nivel de reclamo, con el hambre en el primer puesto, seguramente no tendrá respuestas en un escenario de peleas permanentes.
Acá, a más de un año de una contienda electoral y con un Gobernador que no quiere aceptar que debe irse, el nivel de conflicto es cada vez más alto, y el diálogo parece una quimera entre funcionarios que siguen a rajatabla los designios del enojado mercedeño.
Entonces, por ejemplo, en Capital seguirá aumentando el nivel de reclamo por comida. Y ponemos el ejemplo del distrito más poblado en Corrientes como el primer ejemplo de la pelea por fondos públicos que irán retaceándose a medida que crezca proporcionalmente la oposición a Colombi.
Así las cosas, el panorama no es para nada claro.
“Me preocupa por lo que pueda pasar en lo social hacia fin de año. Todos sabemos de que se trata”, dijo Colombi… y si él no hace mucho para disminuir el nivel de confrontación, estamos condenados a lo que piensa.