Por Daniel Caran
Balacera. Muertos. Gente desesperada.
Corrientes ya muestra algunos rasgos de la violencia sin fin, a partir de una globalización impúdica que nos coloca en el mismo lugar en cuestiones absolutamente deplorables, desagradables.
Lo ocurrido la noche del lunes en una céntrica esquina del 17 de Agosto es una muestra, un punto, un núcleo a partir del cual deberíamos intervenir como sociedad en general, más allá de la obligada gestión de los funcionarios responsables.
¿Se hacen las cosas como se debe?. O en todo caso, ¿se puede hacer algo?.
Puede que el infierno tan temido llegue inexorablemente, aun cuando tengamos atisbos de evitarlo. El tema es estar preparados, saber cómo actuar, y con qué elementos.
No hay en éste tema reproches hacia la Policía, o hacia funcionarios del área. Puede que a todos nos sorprenda éste contexto de violencia irracional que se resuelve a tiros en una esquina, pero que también tiene sus coletazos en una cancha de básquet a partir de la irracional actitud de algunos pseudo directivos de clubes.
Así, está visto que todo se relaciona.
La violencia enquistada nos obliga a tomar los recaudos, a formar adecuadamente los cuadros de gente preparada para repeler y/o actuar como prevención. Hoy, parece imposible.
Uno tal vez, en la crudeza del análisis, puede preguntarse: ¿y cómo resuelve un gobernante ésta dosis de violencia extrema?. No hay ni habrá respuestas. Mucho menos programas preestablecidos.
Todo nos lleva a una mirada pesimista sobre lo que ya nos está pasando para saber cómo actuar ante ese infierno tan temido. Es tiempo de reflexionar entre todos si ponemos lo que hay que poner para parar la irracionalidad absoluta. Puede que estemos a tiempo.