Por Daniel Caran
Sin ser un conocedor pleno del boxeo, uno presupone que tomar el centro del ring en el inicio de la pelea implica marcar los tiempos, saber cuándo atacar y cuándo replegarse, permite estimar hasta por el rostro del adversario los detalles mínimos de la contienda.
En lo logístico impone una ventaja, pero a la vez implica un desafío implícito de saber controlar las cosas para que la expectativa no termine siendo negativa y la ansiedad rompa las estrategias previstas.
En la mayoría de los casos tomar el centro del ring aparece como una fortaleza íntima que –reconocida o no por el otro- impone implícitamente esa ubicación.
Otras tantas, al medirse con oponentes de similares características, el ocupar ese lugar aparece como un elemento casual que debe defenderse en cada segundo.
Y algunas veces el propio contrincante, sabiendo del poderío ajeno, resigna ese control buscando otros caminos para llegar.
En la pelea electoral planteada, con objetivo reformista en el medio, el PJ pasó a ocupar el centro del ring por éste último razonamiento: el radicalismo, en la voz de Vignolo, le entregó el control de las cosas admitiendo la trascendencia que tendrá la decisión partidaria en la pretensión oficialista de ‘ir por todo’.
Ahora, ¿es en verdad el reconocimiento por lo que vale el otro?... ¿o se desliga de la responsabilidad de la discusión entregándole al otro el control de la cosa como estrategia política?.
En la misma admisión de la importancia que adquiere la decisión del Congreso pejotista está implícita la operación política que busca apurar los tiempos, o al menos anticipar decisiones, aún en la desorganización, y/o el desorden.
Es cierto: en éstas mismas líneas se criticó la falta de decisión departe del peronismo correntino, postura surgida desde la interna irresuelta. Pero tampoco es cuestión de seguir las sugerencias ajenas que bien pueden originar determinaciones apresuradas.
Por eso el centro del ring implica todo un desafío. En definitiva, no es para cualquiera.
Vignolo, viejo zorro político de decisiones estudiadas y amalgamadas en el pragmatismo, sabe bien que apurando los tiempos pueden surgir decisiones equivocadas, y hasta desunidas.
Para el peronismo será cuestión de no apurarse en tirar golpeas desordenadamente. No siempre las peleas las ganan los que pegan mas fuertes… la mayoría de las veces el triunfador es el más inteligente, y sabe esperar para pegar el golpe justo… aunque no duela.