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Opinión del Director

Embrollo

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Crédito: 18809
Daniel Caran

Por Daniel Caran

Dando una muestra más de la siempre rica ‘fauna política’ correntina, nuestros protagonistas nos hicieron vivir otra nueva historia cargada de nefastas características que una vez más nos ubica en los subsuelos de la institucionalidad.

 

Que el Concejo Deliberante capitalino esté pendiente de lo que decida el Senado Provincial para así avanzar es una evidencia inequívoca del retraso absoluto de nuestra clase dirigencial.

 

Y para peor: todo se hizo sin tapujos, sin una mera mueca de vergüenza, a plena luz y a la vista de todos.

 

Antes, con una postura admisible desde lo moral, cuando pasaban éstas cosas por lo menos se escondían. Cuestiones de códigos, se dirá.

 

Este jueves, mientras el Senado Provincial deliberaba si le daba o no apoyo al convenio con Nación por los fondos coparticipables, los ediles capitalinos esperaban el guiño con solo dos cuadras de distancia, admitiendo el embrollo de un acuerdo al menos tirando a gris oscuro… venga de quien venga.

 

Porque no pasa, que se entienda, por cargar contra uno u otro. No es intención de quien esto escribe el apuntar responsabilidades personales aún cuando las habrá… seguramente. Pasa sí por entender que no hay sociedad política que pueda prestarse a ser valorada como estamento institucional si sus miembros ni siquiera tienen la capacidad de actuar por sus propios medios.

 

Tanto cuesta esconder la basura debajo de la alfombra que podrían recurrir al mal menor: cambiar de día de sesiones para no sentirse presionados por los legisladores provinciales de una y otra cámara.

 

Así, cuando llegó el esperado llamado, los ediles de la oposición local recién dieron su aval al pedido de acompañamiento a la emergencia económica tal lo planteo el Ejecutivo.

 

“No estoy en condiciones de aceptar éstas cosas. Me da mucha vergüenza que nuestras decisiones estén atadas a embrollos de otros”, dijo Agustín Payes, con algo de cordura en medio de un atolladero de ideas y propuestas, con impolutos por doquier.

 

“Preferimos mirar lo que pasa en la Ciudad, a pesar de que a veces el tema del Senado nos invade sin querer. No estamos mirando ni queremos mirar lo que pasa en el Senado”, había dicho José Salinas, el presidente del cuerpo, y sus palabras sonaron casi incrédulas.

 

Lamentable. Una muestra más de la cada vez más pronunciada caída de nuestra clase política.

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