Por Daniel Caran
Muchas veces los malos momentos obligan a tomar medidas drásticas y a veces hasta no queridas, pero convenientes en el necesario bien común.
Por estos días, tras el sinsabor mayor de la derrota electoral nacional y dentro del nuevo esquema político en general, el peronismo correntino debe extremar los esfuerzos para mantener la unidad, aunque esta presuponga rostros y pensamientos hostiles de uno y otro lado.
Años atrás, con Camau Espínola y Fabián Ríos en el centro de la escena peronista vernácula, ambos tuvieron la inteligencia y el pragmatismo suficiente como para evitar un cisma interno. Pasados los años, los nombres no se cambian ni tampoco el mapa en general. Y si bien muchas veces reiteramos sobre la urgencia de dirimir la interna antes de mayores consecuencias, hoy por hoy los tiempos imponen otras cosas.
Como en cualquier familia en desgracia: los hermanos peleados deben mirar para arriba, contar hasta mil y pensar en la salida más beneficiosa para todos.
Por ahí pasa, más o menos, el presente del PJ.
Gerardo Bassi, que como presidente del Partido tiene la difícil misión de sostener el orden, fue claro y contundente: “la unidad del partido es el objetivo durante este año, para construir la victoria en 2017. Es tiempo de nosotros. El triunfo sólo depende de nosotros”, insistió.
En general, con El Profe coinciden todos, pero en esto de decir y hacer las cosas suelen aparecer con frecuencia ‘los más papistas que el Papa’, que en el desorden absoluto saben y entienden que pueden sacar réditos.
Entonces dicen una cosa, pero hacen exactamente otra… casi siempre a oscuras, entre sombras.
Nadie debe ser muy inteligente para saber y entender que en solo dos hombres hoy está determinado el futuro peronista como opción de poder para desterrar al colombismo, o para transitar a otro inexorable fracaso.
Sí, solo entre Camau y Fabián podrán resolver las cosas… o no.
Solo ellos dos sabrán qué pasos dar y porqué. Ambos tienen algo en común que no es un dato menor: fueron seducidos por el mercedeño en eso de acuerdos, apretones de manos pasajeros, o fotos ocasionales… Y los dos saben en lo que terminó todo.
Será tiempo entonces de decidir los pasos aún en barro del desconcierto. Es mejor avanzar, y pararse firme, antes que volver a quedarse empantanados.
