Por Daniel Caran
La ya hecha pública intención de ir por todo terminó por desnudar intencionalidades propias y ajenas.
Ya lo dijimos, algunos hasta podrían haber tomado el camino complicado del ‘doble mensaje’ con la consabida posibilidad de ‘ensuciar’ el verdadero objetivo.
Pero, como evidencia del síndrome del café frío, aparecen cuestionamientos que lejos de ser inapropiados o fuera de lugar son definiciones cercanas a la coherencia política tras años de desgaste.
David Dos Santos es otro de los legisladores que jamás podría catalogarse como ‘anti Ricardo’.
Al contrario, su capacidad en la búsqueda de consenso le permitió obtener respeto propio y de los demás.
“Un proyecto de reforma tiene que ser aprobado por la gente”, dijo el curuzucuateño, y aclaró que este planteo supone un pormenorizado estudio del proyecto de reforma constitucional porque “estamos ante una necesidad de unificar los mandatos y tenemos que resolverlo”.
Dos Santos siguió poniendo ‘los puntos sobre las íes’ ya que en relación a dicho proyecto aseveró que no se incluye una reelección indefinida ni la prolongación de mandato y que además debe hacerse a través de una elección que legitime el proceso.
O sea, observando las cosas desde todos los ámbitos, Dos Santos pretende más transparencia que la prevista. Y no lo dice en desmedro de Ricardo Colombi, sino también en defensa de otros radicales que bien pueden tener –por fin- la posibilidad de sucederlo.
El fuego interno, en definitiva, surge desde esa disyuntiva: si hoy no respetamos nada, mañana no sabemos desde donde vendrán las balas enemigas.
Cuestiones a tener en cuenta en el radicalismo que muestra fisuras, aunque todos se empecinen en evitarlo.