Por Daniel Caran
La nueva marcha de trabajadores en Corrientes manifiesta claramente una realidad que es insistentemente negada por el Gobierno.
Por necedad o conveniencia, en las últimas horas se aplicó toda una estrategia comunicacional para acallar los ecos de una manifestación que fue multitudinaria, y que logró convocar a todos los gremios juntos después de muchos años.
Hasta esto logró Ricardo Colombi: que los gremios se unan para expresar su bronca.
Y se insiste con el concepto, ya utilizado para otras cuestiones: una cosa es ejercer la autoridad con pleno poder, y otra muy distinta es intentar hacerse el jefe cuando uno se está yendo.
"No reclamamos por capricho, sino por la indignidad producida por la impotencia", dice una misiva enviada a los medios de prensa por los trabajadores movilizados, y en esa frase se sintetiza una bronca enquistada desde hace bastante tiempo y que crece casi sin cesar ante la pasividad de algunos o el capricho de otros.
"Estamos en el marco de una política de ajuste y de pauperización de los trabajadores correntinos, cuyo síntoma más notorio es la negativa del Ejecutivo provincial a escuchar a los gremios que representan a los trabajadores estatales", dice el comunicado.
En ese contexto, con el enojo en aumento, los trabajadores del IOSCor siguen con los paros y hasta niegan acercamientos, los profesionales de la salud siguen dejando sus puestos eligiendo estar mejores y de acuerdo con el esfuerzo que hacen en una tarea tan compleja, los maestros continúan con la histórica bronca de una profesión ninguneada.
Son solo algunos: el creciente malestar de los trabajadores del Registro Civil ya es imposible de esconder para os medios propaladores de la publicidad oficial.
Todo sigue su curso, ante la negativa caprichosa de algunos por al menos establecer una conversación. Ya lo hizo saber hace algunas horas el gremio amigo de AMET, en referencia a una postura infantil de la Ministra de Educación que parece elegir el camino del encono antes que el del diálogo.
Por eso éste presente parece complejo, y casi insostenible.
Una cosa es no poder dar respuestas, y otra muy distinta es cerrarse en una actitud caprichosa que solo lleva al enfrentamiento.
“La realidad que no es ignorada por nadie parece no existir para el Gobierno, que a principios de año clausuró un diálogo sobre la cuestión salarial que en realidad nunca abrió”, dicen los trabajadores.