Por Daniel Caran
Hace algún tiempo ocupé este mismo espacio para referirme a la peligrosidad de hacer justicia por mano propia.
Esta muy delicada situación puede tener sus orígenes desde dos vertientes concretas: la impaciencia social y la inoperancia policial.
Y por esas ramas es indudable que siguen transitando las cosas en Corrientes, ante nuevos casos concretos donde los vecinos asumen el rol que no les corresponde causando involuntarios errores en lo institucional.
Y si a la impaciencia social por la inseguridad se suma el enojo por una crisis económica casi incontrolable, bien podemos caer en un crítico escenario de dimensiones insospechadamente peligrosas.
Un joven delincuente linchado por vecinos que hasta osaron con filmar y viralizar la golpiza en el barrio Universitario, muestra a las claras la reprochable unión entre el enojo (que puede ser comprensible) y la morbosidad absoluta.
Pero, ¿hasta dónde se puede controlar el malestar social ante la descontrolada inseguridad que empareja a buenos y malos en tiempo y forma?
¿Qué papel cumple la Policía?: es importante aclarar posicionamientos y conductas, porque la Policía que llega tarde para controlar el delito es la misma –con otros nombres- que salva a una beba inhumanamente dejada en la calle. O atiende a una necesitada mamá a punto de dar a luz.
O sea: son solidarios, atentos, sociables… ¿pero eso alcanza para combatir la delincuencia?.
Pasaron algunas horas luego de ver las sangrientas imágenes del malhechor herido a golpes por vecinos cuando se dio a conocer otro caso donde otro delincuente terminó con un brazo fracturado tras ser perseguido por transeúntes después de robar un consultorio.
Y surgirán seguramente más casos, porque esto suele tener efecto dominó, al plantearse como respuesta casi obvia al no tener el procedimiento que corresponde y que merece cualquier sociedad.
En definitiva, de uno u otro lado, el far west local vuelve a mostrar sus fauces más violentas y alarmantes.
La ley del más rápido.
O hasta que veamos estos hechos como comunes y corriente. Ahí habremos perdido. Lamentablemente.