Por Daniel Caran
El fin de semana que pasamos dejará en el recuerdo de todos los correntinos el ascenso del querido Mandiyú a la tercera categoría del fútbol nacional. Ni siquiera el éxito deportivo podrá tapar lo que en realidad conmueve y sorprende: el enorme apoyo popular del equipo algodonero, que pareció resurgir de sus cenizas a partir de multitudes esperanzadas que volvieron a una cancha en un torneo de menor valía.
Todo ese sorprendente cóctel de resultado deportivo y apoyo popular se desvanece con la deplorable manipulación política.
Aunque en rigor de verdad, esto del aprovechamiento político a través del deporte parece ser una constante del gobierno de Colombi, que coloca a clubes de básquet en la elite de acuerdo al amor temporal de sus funcionarios, y que tiene la prueba más grande en notable crecimiento “del equipo del Gobernador”, que en Mercedes dejó de ser un puñado de voluntariosos dirigentes y deportistas para convertirse en un poderoso de la Provincia.
Volviendo a Mandiyú y a su inobjetable ascenso, todo comenzó a gestarse tras la clasificación a las finales del Federal B, cuando el intendente Fabián Ríos anunció la concreción de un anhelo que venía analizándose desde hace tiempo: la cesión de un terreno para el club en Santa Catalina.
No pasó ni media hora del anuncio municipal, cuando operadores del gobierno provincial instrumentaron una fenomenal campaña para abortar ese anuncio y aclarar que eran ellos los que iban a darle el terreno al popular Mandiyú.
Los mismos dirigentes albos (irreprochables y honestos) se vieron sorprendidos y presionados por ésta decisión, que los dejaba en el medio de un conflicto político insospechado.
Claro, tratándose de los protagonistas que hablamos, rápidamente fueron y concretaron la ayuda provincial con el ministro Vignolo, no obstante aclarar “el agradecimiento a la buena predisposición y colaboración del intendente Ríos”.
“No me sorprende la poliquetería, porque siempre existe. Y si lo que decidimos sirvió para solucionar algo, bienvenido sea. Lo que duele es el nivel de presión que existió en todo esto”, dijo Fabián Ríos a un periodista con el grabador apagado, aunque visiblemente molesto.
Lo triste y deplorable es aprovecharse de las repentinas victorias. Y si es para bien de Mandiyú y su gente, que se avance con lo proyectado.
Pero duele saber que hubo presiones. Duele, por lo común y repetido.