Por Daniel Caran
Que el sistema de salud pública es el exacto sinónimo de desidia, irresponsabilidad y desatención puede sonar reiterativo. Que son escasas las excepciones en las cuáles la buena gestión rompe el esquema perimido de hospitales cayéndose a pedazos, también es hablar de lo mismo.
Y si bien la actual administración de Salud Pública encabezada por Ricardo Cardozo parece querer terminar con ésta nefasta estructura, algunos parecen esforzarse en consolidar la malicia y el desatino que suele terminar de la peor manera… con la muerte.
Fue justamente en Mercedes, tal vez sosteniendo la indefendible gestión de Julián Dindart, donde se vivió un nuevo caso que pone en alerta a todo el Gobierno Provincial. La muerte de Lucas, un adolescente de 16 años, tras sufrir una feroz golpiza, propone un fatídico cuadro donde protagonistas de todos los órdenes parecen coincidir en la barbaridad absoluta de actuar exactamente en contrario de cómo debe hacerse.
Lucas, se sabe, fue golpeado salvajemente por una patota vaya a saber por qué estúpida diferencia. Y al llegar al hospital de Mercedes le dieron… una pastilla…
¿Se puede actuar con tanta inoperancia?.
¿Quién se hace responsable de tamaña desidia que termina con la muerte de un joven adolescente?
¿Qué hubiese pasado si la enfermera, o el médico, o quien sea avisaba al policía apostado en el Hospital mercedeño sobre el estado del chico ya el sábado, horas después del suceso?.
Tal vez la herencia que algunos dejaron sea lo suficientemente poderosa como para justificar la absoluta insensatez. Mientras tanto… hay una familia que llora una vida inocente.
