Por Daniel Caran
Sistemáticamente, como elemento condicionante de una esperada evolución social que obliga la historia misma, Corrientes parece meterse en repetidos prolegómenos que conllevan pobreza.
Inseguridad, inestabilidad institucional, peleas políticas, falta de educación, crisis en la salud pública. Y ahora, metido como una espina, el narcotráfico.
Dolorosamente todo envuelve a la realidad social que debería imponer una reflexión. Pero, el resultado indefectible de las urnas –como fuere- impide ese obligado cambio.
En los últimos meses las noticias casi constantes de operativos antinarco se suceden y ya casi no sorprenden. Y eso es lo grave. Como suele decir un colega: cuando algo malo no nos sorprende es porque empieza a convertirse en normal, lo que no es normal.
Es una realidad esa de que “Corrientes dejó de ser un lugar de paso para la droga”, y si se siguen dando circuitos de tránsito es porque alguien o algunos lo permiten, cerrándose así el nefasto circulo de un estado narco, que parece heredar lo más malo de lo malo de otros distritos que empezaron a combatir el flagelo con todas sus fuerzas.
¿Qué intereses esconde ésta realidad?. No deja de sorprender el choque ideológico que hay en el medio, ya que desde que éste Gobierno Nacional se instaló en el poder empezaron a ‘ajustar las clavijas’ en la cuestión, y en nuestras rutas, caminos y hasta ciudades y pueblos, empezó a ‘reventar’ todo.
Entonces, los casos de Itatí como paso obligado desde y hacia Paraguay, o la Ruta 14 y sus cercanías a Santo Tomé como puesto donde casi a diario se incauta droga, o el reciente caso Goya que termina por ventilar el ‘paso con Reconquista’, empieza a cerrar todo el circuito.
¿Con los amigos no se puede?. Parece ser que chocan los intereses, o los cambios vinieron muy de sorpresa, o cuesta aceitar el sistema a los nuevos controles.
Resulta que con el ‘gobierno enemigo’ se hacía lo que se quería, pero con ‘los amigos’ todo se complica y saltan diariamente operativos con kilos de estupefacientes, dinero mal habido, o personajes nefastos.
Y ni hablar de las muertes en verdaderas ‘ejecuciones’, que traslucen un escenario de violencia extrema.
El narco-rrientes de narco-lombi. Parece mucho… pero está instalado.