Por Daniel Caran
A once días de culminar este distópico 2020 buscamos, muchas veces, desesperadamente algo que nos depare algún grado de certeza. En ese afán los gobernantes iniciaron, en muchos casos, una carrera como si se tratara de una competencia por quién llega primero a la adquisición de una vacuna contra el Coronavirus.
A nivel nacional hay una gestión que se realiza a contrarreloj para que la medicina esté en nuestro país antes que culmine diciembre. Pero ocurrieron imponderables, como siempre ocurre en Argentina, se suma a los contratiempos la necesidad de no coincidir en nada. La grieta como la llaman desde hace un tiempo. Como la vacuna rusa –la que adquirirá el Gobierno Nacional- aún está en fase experimental progresiva, tiene limitaciones. Y eso es aprovechado por la oposición para agitar el fracaso de la administración peronista.
A esa especia de carrera se sumaron los gobernadores. En obtener de manera rápida una vacuna para sus distritos. El caso de Corrientes incluso anunció una campaña de inoculación masiva a la población. Serían dos dosis por personas con una diferencia de 25 a 28 días entre la primera y la segunda. Se realizaría desde la primera quincena de enero 2021.
Se anunció la compra de al menos unas 700 mil dosis en diferentes tramos.
Mientras se hacen todos estos anuncios sin saber a ciencia cierta qué vacuna se utilizará en Argentina y su grado de efectividad, el virus sigue creciendo en cantidad de contagios y cobrándose vidas. Es más. Ya se habla de una segunda ola de Covid-19 que llegará a nuestro país entre febrero y marzo próximo.
¿Cuál es el efecto de hacer anuncios sanitarios en plena escalada del virus? La lógica y sentido común nos dirían: llevar tranquilidad a la población y, sobre todo, esperanza. Que esta pesadilla terminará en breve. Por supuesto que las intenciones, mirándolas así, son buenas.
Pero en el afán de anunciar se genera el efecto contrario. La población siente que ya todo pasó. Que se puede regresar a la vida de antes. Digamos, a la vida normal. Las medidas de protocolos sanitarios se relajan a un nivel de desaparecer y otra vez volvemos al círculo de escalada: incremento de contagios, ocupación de camas de internación, agotamiento de personal sanitario y fallecimientos.
Hay que mantener la responsabilidad y rigurosidad en pleno oleaje de la pandemia. Claro que es entendible que llevamos casi diez meses sometidos a esta nueva realidad, pero los gobernantes deben serenarse y ser cautos a la hora de los anuncios. No se solucionó nada aún. Ni mucho menos estamos a salvo. Seamos responsables.
En Corrientes las autoridades deberían sumar esa responsabilidad sanitaria a los números que destinarán justamente al segundo año pandémico, será 2021. ¿Hay proyecciones de cuánto del erario público se destinará a la compra de las vacunas? ¿Cuántos profesionales más se incorporarán a Salud Pública para seguir haciendo frente a la pandemia?
Es una lástima que estos detalles los responsables de la cartera de Hacienda no los hayan explicado a los legisladores provinciales cuando se presentó el proyecto de Presupuesto General 2021. Será aprobado esta semana en el Senado provincia. Gracias a la mayoría oficialista en ambas cámaras, tuvo un tratamiento rapidísimo.
La mejor forma de pasar la noche buena con nuestros seres queridos es cuidándonos. Estamos cerca de la solución, pero aún falta para que todos estemos seguros.
Seamos responsables, la vacuna está cerca. Cuidémonos para contar a las nuevas generaciones que vendrán esto que nos tocó vivir.
Y a quienes nos gobiernan, serenidad y cautela a la hora de hacer anuncios.