Por Daniel Caran
“Ya no es una costumbre de la Policía actuar de esa manera”, se sinceró el jefe de la fuerza Eduardo Acosta, al responder las críticas del abogado de la familia de Omar Duarte, el hombre que murió en el Hospital Llano y por cuyo deceso persisten muchas dudas.
El letrado- Carlos Navarro- había dicho a los medios que el hecho tenía que ver “con una mala costumbre instalada en la Policía de Corrientes”.
Y más allá del cruce dialéctico, y de las cuestiones policiales de investigación que deberán definir muchísimas dudas tras el suceso, la sola mención de una ‘maldita policía de Corrientes’ nos remonta a hechos deplorables del pasado reciente, donde la extrema violencia terminó por ensuciar a la fuerza provincial.
El caso Duarte, con todas sus dudas, despierta susceptibilidades que siempre están en el común pensamiento de la gente. Maltrato, nula información, incumplimiento del trabajo.
Porque todo se enmarca en un sinnúmero de irregularidades que bien pueden empezar en el maltrato que –según denuncias- Duarte le dispensaba a su ex pareja. Tenía orden de restricción, pero sin embargo entró a la casa del barrio La Olla. O sea: el policía que hacía la guardia no cumplió con su tarea.
Sigue el misterio con el trato que tuvo Duarte…Si fue encontrado en el San Marcos (como dice su familia) o ya estuvo gravísimo desde un primer momento en el Llano (como dice la Policía).
¿Cuesta tanto determinar horarios de procedimientos, quienes lo realizaron, y a qué se debió cada intervención?.
Uno podría pensar que no, pero teniendo en cuenta antecedentes pasados la injusticia espera.
El caso Cardozo en San Lorenzo puso nuevamente en el tapete el drama, que obviamente tiene muchos casos más recientes.
Claro que hablar sin pruebas y apuntar sin fundamentos sería una irresponsabilidad absoluta, pero éste hecho reciente impone urgentes explicaciones. Es esencial seguir confiando en quienes nos deberían cuidar.