Por Daniel Caran
“Me importa tres carajos lo que dicen los medios nacionales. Son todos corruptos y sinvergüenzas… a mil kilómetros analizan las cosas sin saber la realidad”, vociferó Ricardo Colombi, aún enojado por lo sucedido la semana pasada en Goya.
Esos “corruptos y sinvergüenzas” son, por caso, los medios del Grupo Clarín que colaboró y colabora con el Gobierno de “su socio político” Mauricio Macri.
Esos mismos “corruptos y sinvergüenzas” son los que hace pocas horas hablaron de “barras bravas mandados por Tinelli” buscando minimizar la bronca vecinal por la muerte de un pibe en el barrio porteño de Flores.
O Colombi tiene poca memoria, o realmente “le importa un carajo (sic)”, ya que olvida cómo esos medios que hoy defenestra ayudaron y ayudan a sus socios políticos a instalar un modelo crudo y frío que deambula entre errores internos y vacaciones o “retiros” para pensar cómo salir del pozo.
“Uno no cuestiona las decisiones judiciales bajo ningún punto de vista, y ojalá que se puedan hacer todos los procedimientos para combatir el flagelo del narcotráfico. Pero hubo excesos que no ameritan justificación alguna”, resaltó el Gobernador, y en tal caso entonces ni siquiera “utilizó” su aceitado aparato propagandístico para aclarar qué y porqué se enojó tanto.
Esa lucha en contra del narcotráfico tal vez sería más seria y responsable si los gobernadores no andan evitando allanamientos.
Tal vez el combate contra las drogas se torne más comprometido si no hay gobernadores que aparecen en el papel de Robin Hood.
Pero bueno… son amigos. Así suele pasar en algunas relaciones peligrosas