Por Daniel Caran
¿Hay necesidad de salir en fotos con el agua hasta la cintura llevando ayuda a las familias inundadas?
¿Se puede comprender a alguien que entrega esa ayuda con una sonrisa de oreja a oreja, cuando en realidad el hecho para nada amerita una desmedida alegría?
¿Vale mostrar una y mil imágenes observando terrenos inundados con cara de ‘pero que bárbaro… ya nos ocupamos de manera urgente’…?
Como en otros casos, la proliferación de las redes sociales, medios en internet, y otras herramientas novedosas, parecen haber influenciado en la imperiosa necesidad de algunos políticos (oficialistas y opositores) que buscan mostrarse como verdaderos hacedores de la respuesta.
Nadie queda liberado de ésta maniobra deplorable, que mezcla desubicación con el aprovechamiento del estado desesperante en el que vive una familia afectada por la creciente.
Para empezar, lo que hacen los funcionarios de turno no es un arrebato de cumplimiento de los deberes institucionales, ni la inoportuna ocasión para mostrarse. Es, nada más ni nada menos, su obligación… cumpliendo lo que debe hacer de acuerdo al rol que le dio la sociedad. Y en este esquema también entran los ‘fotogénicos’ opositores quienes desde el espacio que tienen por la dignidad del voto deben acompañar y consolidar toda atención a quien más lo necesite.
Pero, como en tantas otras cosas, parece que sacarse fotos en medio del agua y/o entregando cosas es ‘el logro máximo’ como político, sin pensar que a veces el silencio y la humildad son sinónimos –en este caso- de las buenas acciones.
No puede entenderse que alguien se muestre sonriente y mirando a la cámara cuando está cumpliendo su deber.
A tomarse la foto en otro momento… a veces cansan… y la hipocresía siempre es mala consejera.
