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Opinión del Director

Paren con la hipocresía

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Crédito: 38555
Daniel Caran

Por Daniel Caran

El tema de la venta o no de bebidas alcohólicas plantea una discusión mucho más seria y comprometida, que la simple prohibición de las mismas en una cena de recepción.

 

La cuestión pasa por entender que es imposible continuar avalando negocios que juegan con nuestros jóvenes, a punto tal de exponerlos ante situaciones extremas.

 

Ya se dijo en este espacio días atrás que las cenas de estudiantes secundarios solo son una herramienta más para que los empresarios de la noche puedan ganar plata.

 

No cambia en nada el hacerlas o no. Y a la prohibición del municipio que se venda alcohol en ellas la respuesta surge inmediata, de los propios chicos y avalada por muchos grandes: los supuestos ‘homenajeados’ llegan completamente borrachos, intoxicados, hasta el límite de tener que llevarlos a centros asistenciales.

 

La pelea empresarios- municipio entonces se termina circunscribiendo en una inútil discusión temporal, donde en un mínimo sector de la ciudad no se puede consumir alcohol, pero en el resto todo continúa como si nada.

 

Entonces: ¿el objetivo es que los chicos no consuman alcohol u otras cosas?, o… ¿se busca limitar los alcances cuasi delincuenciales de los empresarios?.

 

Uno cree y está convencido que es el primero de los objetivos el que persigue la Municipalidad. Pero: ¿Por qué a metros de las fiestas de secundarios el alcohol se vende sin tapujos?.

 

Lo de los empresarios es más comprensible, si se tiene en cuenta que ellos solo persiguen una finalidad económica.

 

Sin la más absoluta vergüenza difundieron el fin de semana imágenes falsas, sobre cenas supuestamente vacías, y a la vez mostraron adrede cómo le vendían bebidas a los jóvenes.

 

Patético.

 

¿Qué hay que pensar… que quieren organizar cenas y/o espectáculos para emborrachar gente?.

 

Todo debería tener un destino: el final de éstas cenas que no tienen función alguna más que la de –se insiste- hacer ganar plata a los organizadores.

 

Y en todo caso, con solo los bailes de recepción, al menos el contexto por controlar es un poco más limitado.

 

Por lo demás parece todo una discusión ridícula. Con chicos a quienes se les prohíbe el alcohol, pero se las rebuscan para tomar igual… y llegan borrachos.

 

Nada más osado que desafiar a los jóvenes: van a ganar casi siempre.

 

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