Por Daniel Caran
En el mundo del boxeo es muy común el salir a dar golpes sin una estrategia concreta cuando la pelea está casi perdida. Puede que una trompada de suerte cambie el rumbo de la historia, pero son más las veces que las piñas terminen sin ton ni son, y el oponente con solo controlar la cosa termine victorioso.
Colombi y los suyos están viviendo algo así por estos días. Saben que se diluyen los sueños reformistas, y las piñas al aire se transforman en durísimas declaraciones contra opositores, y –lo que es mucho peor- en determinaciones muy perjudiciales para la gente común.
Entonces, habrá que aguantarse estas actitudes de enojados que son solo reacciones intempestivas que indefectiblemente caerán en la nada.
“Tenemos rumores de descuentos fuertes y nos impide saber hasta lo que tenemos que hacer mañana. Esto quita posibilidades de programar las cosas, y es muy malo. Desquitarse con el más débil es solo de los absolutistas”, opinó en las últimas horas Fabián Ríos, quien desde el Congreso del PJ –hace una semana- sabe perfectamente cuáles son las decisiones que se vienen.
El Gobernador, que como dijimos en éste mismo espacio sin querer se vio enfrascado en un proyecto inviable, aprovecha cuanto medio amigo tenga un espacio para despacharse descontrolado contra sus opositores.
“Si tienen un proyecto que presenten ellos…”, dijo enojado, pidiéndole al peronismo algo que fue impulsado por sus laderos y su obvia anuencia.
Pero, en la pelea mediática que está instalada, no es lo más importante las heridas que Ríos, Camau u otros terminen recibiendo políticamente. Lo grave será la irremediable repercusión que tendrá en la gente, en los trabajadores municipales de Capital, y de otras comunas peronistas.
Así, los fantasmas de Ricardo con Nora, o Arturo con Vignolo, o Ricardo con Camau, repetirán procedimientos con nombres que se repiten por animosidad histórica.
Si algo se puede sacar de positivo será que se está acercando el fin, pero mientras tanto… seguirá pegando por pegar.