Por Daniel Caran
Suele ser costumbre muy correntina pretender arreglar las cosas por los medios. Y se repite lamentablemente el proceso: casi nunca se llega a nada, más allá de la pretendida intencionalidad de lograr audiencia, o vender más ejemplares, o recibir más visitas.
Eso pasa con la cuestión Iberá, cuya discusión por la conformación o no de un Parque Nacional se empieza a convertir en una discusión dialéctica inoportuna e ineficaz.
Se aclara: pasa eso en Corrientes, y tal vez en toda la Argentina, donde no entendemos la importancia del debate como instrumento de ‘hacer política’, y priorizamos la descalificación, la mala palabra, la discusión menor.
Las preguntas aparecen inmediatas: ¿alguien entiende en concreto qué pretende cada sector?, ¿Qué se defiende con la conformación del Parque Nacional y que perjudica?, ¿cuál es el papel de la Nación?, ¿nosotros no tenemos los recursos para instrumentar un proceso de crecimiento turístico real y concreto?.
En el complejo enmarañado cayeron –no sin culpas propias- el senador Sergio Flinta y el diputado Martin Barrionuevo que se prestaron a un debate en la única y antes poderosa AM de la ciudad.
Uno y otro cayeron en la mala costumbre de buscar la descalificación sin dar precisiones concretas.
Entre la falta evidente de conocimiento y las culpas del pasado por defender cosas que antes defenestraban, ambos desaprovecharon la posibilidad de explicar qué se quiere hacer.
Flinta tiene razón cuando dice que “no siempre hay que decir no a todo”, como le endilga al peronismo local.
Y Barrionuevo tiene la suya cuando afirma que “no todo pasa por llamar a Intendentes a explicarle qué se va a hacer con el Iberá”
Ambos coincidieron que quieren politizar el tema. Y es lo obvio, porque éstas cosas son las que definen las políticas públicas, dentro del necesario desarrollo turístico que todos dicen impulsar.