Por Daniel Caran
No suelo repetir un tema de análisis en este espacio, pero hay casos que ameritan hacerlo, sobre todo cuando sucede algo grave y no tiene la repercusión esperada, o se necesita ahondar algunos puntos personales de opinión.
Las dos cosas apuntadas se dieron con la vergonzosa y repudiable actitud del diputado nacional Julián Dindart en Buenos Aires, cuando ratificando una postura discriminatoria e irrespetuosa, repitió que muchas jóvenes quedan embarazadas para cobrar un plan social.
¿Qué pensará por éstas horas el legislador mercedeño?. Puede que, inundado de su soberbia, aún persista en reiterar lo que piensa convencido de que todo pasa por el vil dinero, aún en aquellas cuestiones que rozan hasta a su propia y respetable madre.
Porque esto no pasa por una cuestión política, ni mucho menos algo personal en contra de Dindart. Y si bien él pertenece a un espacio político relacionado directamente con el conservadorismo desde lo ideológico, son muchos sus correligionarios que están en contra de su postura, y más aún de su desubicación en hacer público lo que piensa desde una mente retrógrada.
Porque surge la pregunta: ¿está bien que lo diga si lo piensa?.
Si piensa que es así, como lo dijo una y otra vez, como funcionario público debería mostrar las herramientas que él tiene para contrarrestar tan abominable situación, o al menos paliarla.
O evaluar la posibilidad de cerrar la boca, desde el humano concepto de lo peligrosa que termina siendo la utilización de la lengua como elemento de discusión.
Otro punto que justifica mi decisión en repetir el tema tiene que ver con la postura casi inexistente de los grupos sociales, asociaciones y hasta la Iglesia en Corrientes.
Suelen salir raudos –o raudas- a reprochar posicionamientos y cuestionamientos de cualquier tipo, a veces con toda razón y otras no tanto.
Esta vez, cuando volvió a golpearse la misma dignidad femenina, algunos hacen oídos sordos de manera llamativa, como pensando tal vez que pasó lejos y en otro contexto, o lo que es peor, porque discutir los dichos de Dindart puede herir susceptibilidades en el poder… ese poder que lo premió con una banca en el Congreso Nacional.
Duele lidiar con tanta injusticia. Y también molesta esperar en vano que todos hagamos un real cuestionamiento a lo que nos representa Dindart. Porque sus palabras, al fin y al cabo, pueden ser tomadas como un mensaje del pueblo que representa.
Mi reprobación insistente. Por las dudas.