Por Daniel Caran
Para un periodista suele ser tedioso y hasta inoportuno repetir un tema. Es que por más relevancia mediática que tenga, el repetir muchas veces un cuestionamiento, un reclamo, o una queja implica un doble despropósito: la poca influencia del que ejerce su profesión periodística, y la ineficacia de quien debe dar respuestas.
Eso pasa con la cuestión energética en Corrientes. O para decirlo más fácilmente: con la DPEC.
Hasta casi el hartazgo repetimos reclamos, apuntamos críticas, insistimos en la inoperancia de algunos. Y el resultado es lo mismo: siguen los cortes ante cualquier fenómeno y/o acción natural.
El frío, el calor, la lluvia, el viento… todos tienen su directa influencia contra el sistema energético en la Provincia.
O sea: con frío, con calor, con lluvia, o con viento… Ud puede quedar sin luz.
Barrios de Capital, ciudades enteras del Interior. Y ni hablar de parajes alejados, donde la luz parece un tesoro inalcanzable para los correntinos.
¿Y los responsables?.
Se repite el tema, aunque no nos guste: siguen apuntando contra “la matriz energética del menemismo” después de deambular durante más de una década de fracaso en fracaso, con todas las metodologías posibles para cambiar la historia.
Es cierto que, ante temperaturas extremas, puede justificarse un corte, y es más: hasta sucede a menudo en varios puntos del país.
Pero en Corrientes ya supera cualquier análisis técnico o profesional. ¿Se puede admitir que un barrio de Capital esté sin energía por más de 12 horas porque una palmera roza uno de los transformadores con el viento?. Eso pasa, en concreto, en el Víctor Colas. Solo se menciona a modo de ejemplo.
Goya, la segunda ciudad de la Provincia, desde hace 72 horas sufre cortes casi totales sin siquiera tener motivos justificables para que eso ocurra, más allá de un ventarrón de temporada. ¿Se acepta tamaña ridiculez a ésta altura de los tiempos?.