Por Daniel Caran
Anda más enojado que de costumbre, lo que ya es mucho.
Ricardo Colombi sabe que se termina su historia, al menos por ahora, como el Gobernador que más duró en el poder en Corrientes. Los que lo conocen bien saben que la irritación tiene más que ver con cuestiones internas que por enojos con los oponentes.
Claro que cuando puede y como puede se encarga de atacar a Camau, tal vez convencido que el exintendente es el principal gestor del obstáculo peronista.
Pero su enojo mayor es con otros: primero, con quienes lo embaucaron en este desafío complejo, y segundo, con aquellos que desde hace tiempo ya se convencieron que el camino es otro. Y lo demuestran.
Sin dar nombres, está muy claro quiénes son unos y otros.
Unos, empecinados en sostenerse en el poder a costa de cualquier cosa, saben desde hace mucho que solo sobreviven con Colombi. La caída de él es su caída.
Otros, los que se bajaron desde hace un tiempo, mantuvieron durante los últimos tiempos un silencio respetuoso hasta que todo caiga… por peso propio.
Las cosas entonces son obvias para el todopoderoso mercedeño. Busca nuevos referentes, no confía en nadie (o en muy pocos), promete lo que no hay, y se empecina en apadrinar a dos o tres ‘ultra radicales’ que seguramente irán ‘al muere’.
Buscando enemigos en otras trincheras se las agarra con Camau.
“Colombi perdió el rumbo. Por ahí tiene razón cuando dice que hablamos mucho de él. No debemos hacerlo más… es parte del pasado”, dijo Espínola en las últimas horas.
Vuelta de página.
La reforma (léase la re – re) se cae por peso propio. Y no por los excesos alimenticios del señor Gobernador.