Por Daniel Caran
Se les está yendo de las manos. Hay muchos y variados frentes de conflicto en la provincia, pero la situación del IOSCor va en vías de desmadre. Es que la cosa parece pasar más por el capricho y la necedad que por el diálogo maduro.
Primero fueron horas, después más horas, un día completo, y ahora hasta dos días semanales de paro absoluto que implica el implacable crecimiento del malestar general. Y ahora la bronca no solo está instalada entre los trabajadores de la obra social, sino que se traslada –irremediablemente- a los miles de usuarios que necesariamente deben acudir a realizar trámites, los que en su mayoría son impostergables.
Los detalles del reclamo parecen ya quedar lejos en la historia diaria del conflicto, y a la tozudez de la cúpula (llamativamente, con la persistencia de un antigüo funcionario de la deplorable intervención cordobesa) se suma la firmeza en el reclamo de los trabajadores que ya no aceptan imposiciones absurdas.
“Se empecinan en no resolver nuestro reclamo, pero resulta que contratan monotributistas para que cumplan con la atención, gastando lo mismo, o aún más, y con un alto nivel de ineficacia”, dijo uno de los principales referentes de los agentes del IOSCor.
El mismo vocero contó un detalle no menor, que sale a luz en virtud del enojo generalizado: en las arcas del IOSCor hay “guardados” 183 millones de pesos que bien podrían destinarse a responder a éste reclamo.
“Lo sé bien, porque trabajo en Tesorería”, dijo la fuente, que hasta garantizó la documentación que avala tal suma.
Sin embargo el conflicto parece un largo conflicto sin retorno.
Se insiste: el malestar empieza a trasladarse a la gente porque la atención no es la adecuada. Es que en el colmo de la desesperación, las autoridades decidieron implementar un área de atención paralela, que cumple “a medias” la función requerida, ya que es gente inexperta y sin el training necesario para realizar éstos trámites.
Así las cosas, en el IOSCor parece no haber remedio.
El capricho de algunos de sus referentes hace estragos, y aunque algunos buscan apaciguar los ánimos, la situación está empezando a generar enojos en la casi inexpugnable rosadita. Y no es tiempo para enojos.