Por Daniel Caran
“Un partido político sin unidad de acción es una fuerza inorgánica que no realiza grandes obras ni se consolida en el tiempo”, dijo el general Juan Domingo Perón, y sus dichos parecen acomodados a cada instante de nuestra propia historia.
Puede parecer un artículo de ocasión, y hasta cursi, pero quien esto escribe puede enorgullecerse de un sentimiento peronista coherente y firme, aún en las más duras circunstancias. Por eso estas líneas, más que un simple homenaje, tienen por finalidad expresar en palabras escritas lo que el pensamiento dicta, en tiempo de ideas poco fuertes donde los intereses personal o sectorial corrompen hasta los fueros más íntimos de cualquier ser humano.
Hoy no se cumple un año más de la muerte de Perón…es un nuevo año del pase a la inmortalidad del más grande estadista de la historia moderna argentina.
La frase del principio pretende entonces, con total respeto y humildad, reflejar lo que nos pasa en nuestro lugar, y teniendo en cuenta esa realidad buscar las respuestas que nos permitan lograr objetivos que (creo) compartimos todos los peronistas.
Y bastará entonces para saber si estamos en el camino correcto para terminar de una vez por todas con un gobierno que dice ser “la renovación” y se muestra como la más dura imagen del conservadurismo.
No pasa por las peleas o rencillas internas. Nadie puede ni debe pensar exactamente igual al otro, pero lo sustancial es tener la suficiente capacidad para tomar la decisión necesaria en el tiempo correcto. Porque varias veces nos equivocamos por lo mismo.
Tampoco son los nombres, porque así como hay muchos referenciales éstos son necesarios y esenciales de cara a lo que se vendrá.
Y en tiempos de nuevos protagonistas, otra de sus frases: “cada uno dentro del movimiento tiene una misión. La mía es la más ingrata de todas: me tengo que tragar el sapo todos los días. Otros se lo tragan de cuando en cuando. En política, todos tienen que tragar un poco el sapo”.
A modo de reflexión, con mucho de sentimiento: llegó la hora de demostrar que llegó nuestra hora.
