Por Daniel Caran
Cuando se toca el tema de la droga, y sus directas conexiones con el narcotráfico, el mundo delictivo y lo que es peor: las consecuencias de las adicciones en nuestros jóvenes, hay que ser serios y comprometerse con la problemática desde la realidad misma, sin buscar elementos que relacionen al tema con el morbo, la espectacularidad… o la política.
En los últimos días, con el escándalo mediático de Itatí en el medio, la mezcolanza llegó a tal punto que se desvió el problema, tomándoselo como algo banal, liviano.
Fotos truchadas (u originales pero evitables), afiches armados, noticias falsas… todo sirve (para algunos) para llevar la situación al barro absoluto, mezclando intereses mezquinos.
Mientras tanto, como dijo un legislador en la discusión por la intervención a Itatí, “los narcos se nos ríen en la cara”.
Muchos deberían entender que los medios porteños, esos que hicieron desfilar a Colombi para mostrarlo como “el Gobernador sospechado de narco”, son directos interesados en lo amarillo, lo que se llena de sangre.
Las operetas incomprensibles se tornan peligrosas, confundiendo a la gente común que sabe y entiende que el problema de la droga está en la vereda de sus casas.
Entonces: ¿cuál es la necesidad de ‘vender carne podrida’, como el relacionar la horripilante muerte de un paraguayo con las causas de Itatí?
Solo eso… confundir.
Parece más importante saber cómo se maneja el Concejo Deliberante de Itatí (con sus irrelevantes ingresos) antes que las respuestas que deberíamos darles –como sociedad- a las familias directamente afectadas por el flagelo.
En menos de 24 horas, la noticia de la muerte de un ignoto paraguayo identificado como Américo Ramírez Chavez llegó al país de una forma muy llamativa: viralizado a través de Whatsapp, en una serie de fotos de los pedazos mutilados de su cadáver.
Y esas fotos fueron publicadas por muchos, en una mezcla de irresponsabilidad y morbo innecesario.
Según esos medios, Chávez era un testigo clave, con status de protegido y había sido ubicado en Paraguay para su seguridad, algo un poco descabellado.
Fuentes judiciales negaron enfáticamente la relación: Américo Ramírez Chávez no solo jamás declaró en la causa ni delató a nadie; ni siquiera está mencionado en todos los cuerpos del expediente.
Así, queda expuesto la incapacidad de tomar las cosas con la seriedad que corresponde… y se insiste: los narcos se nos ríen en la cara.