Por Daniel Caran
Nuestros abuelos, que sufrieron en carne propia o a través de los suyos de manera directa, los males profundos de la post-guerra, se sorprendían gratamente al observar la fertilidad de éstas tierras, y es por eso que muchos la eligieron como suya.
“Tirás una semilla, y crece algo”, decían con razón.
Pasó el tiempo y de aquel Granero del Mundo pasamos a ocupar terrenos grandiosos solo en la mentalidad reducida de una casa de campo para los fines de semana.
Y la pobreza estructural, la que carcome las ideas prósperas de los necesarios cambios, se apoderó de nuestras mentes más allá de los circunstanciales gobiernos.
Corrientes sigue nutriéndose de esos campos fértiles que acusan cada tanto el impacto de la naturaleza, lo que implica reacondicionar los tiempos de acuerdo a las circunstancias. Pero, está claro que algunos se empecinan en dejar pasar el tiempo de las posibilidades, y antes de asumir los riesgos propios que asumían nuestros mayores al sembrar la tierra, viven de la especulación diaria que deja sembradíos verdes o podridos.
Desde hace décadas, la zona de la cuenca del río Santa Lucía se convirtió en polo productivo frutihortícola, incluso convocando a productores y/o inversionistas de otros países que observan claramente el negocio. Pero, la falta de acompañamiento oficial redunda en productores fundidos y resignados.
Las vicisitudes financieras, sumado al clima hostil por la Corriente del Niño, ha dejado a los mismos en una crisis casi terminal, que solo puede explicarse en las desoladas quintas adormecidas por la humedad reinante.
Pero como nuestros abuelos, quienes trabajan la tierra pueden perder todo, menos la esperanza: “nos queda un tiempo para que el clima cambie y podamos revertir la cosa. Podemos recuperar terreno hasta noviembre. La esperanza está”, dijo Pablo Blanco, Presidente de la Asociación Hortícola Río Santa Lucía, al evaluar la delicada situación del sector.
Su fundamento puede tener valía si se analiza la inclemencia climática, que es irreversible.
Pero duele y mucho cuando se refiere a la postura del Gobierno Provincial en cuanto al sector: “no podemos hablar nunca con ellos. Al Ministerio de la Producción se le pidió hace rato una lista de los productores beneficiados por los subsidios por la emergencia, y nunca nos dieron una respuesta. Mucho menos tendremos la posibilidad de sentarnos a evaluar una política productiva”, opinó.
La historia entonces parece irreversible, y más aún con los especuladores que disfrazados de salvadores compran a precios irrisorios para venderlos en las góndolas por mucho más, dando una imagen concreta que tan bien pinta Victor Heredia en su “Informe de la situación”.
Verdes y podridos. Tomates, morrones, pimientos… y muchos que están sentados en cómodos sillones.