Por Daniel Caran
La fiesta realizada en el partido bonaerense de Moreno, donde un joven fue asesinado de un balazo en el tórax y otros 14 resultaron heridos, debería despertarnos ante la realidad incontrastable que empieza a golpearnos.
El festejo en cuestión fue convocado por las redes sociales por la llegada de la primavera y, según contaron sus asistentes, en él circulaba alcohol y drogas.
Todos los detalles, apuntados casi hasta el hartazgo por los medios del país, se repiten para dimensionar el problema y ubicarnos en el contexto local, donde a veces el descontrol está más cerca del que uno cree.
No pasa –se aclara de entrada- por la falta o no de controles municipales y/o policiales. Y aunque bien podrían mejorarse éstos terminan siendo solo un punto más en el problema integral del descontrol.
En Corrientes no es nada extraño que se organice una fiesta en el ámbito privado, con escasos o nulos controles, todo amparado por la irresponsabilidad social de pretender evitar los procedimientos normales y habituales de cualquier evento bailable o musical.
A la enquistada burocracia que se debe pasar para ‘legalizar’ una fiesta, se suma la necesidad cada vez mayor de ganarse unos mangos a toda costa, entonces nuestros jóvenes (hijos, sobrinos, nietos, amigos) concurren a lugares con nulo control, cero seguridad y donde consumen lo que los asesinos de turno les venden… desde alcohol hasta drogas.
Pasa entonces por tomar conciencia de las cosas. Y al observar lo que sucedió en Moreno dimensionar el drama con una imagen local, tratando de evitar el límite del dramatismo, que a veces no aparece entre nosotros por esas cosas que se asemejan más que nada a milagros.
Lo cruel y real es que el acostumbramiento de lo malo (como pasa con los accidentes, o los chicos alcoholizados, o los que fuman porros en las plazas) nos lleva a meter todo en la bolsa de lo cotidiano. Ya no es noticia que los chicos se alcoholicen, y solo ocupan espacios importantes en los medios si uno de ellos muere en un accidente.
Esa realidad, cruel y dolorosa, nos debería motivar a estar atentos. El infierno no está tan lejano.