Por Daniel Kersffeld
A fines de abril se produjo la renuncia de Richard Sharp, presidente de la British Broadcasting Corporation (BBC), luego que se descubriera que su nombramiento en 2021 habría sido una devolución de favores por haber ayudado al por entonces primer ministro Boris Johnson, a obtener un préstamo por casi un millón de dólares.
Sin haberlo buscado, la escandalosa salida de Sharp, un ex directivo de la banca Goldman Sachs, volvió a colocar en el centro del debate la íntima relación construida entre el famoso servicio público de radio y televisión, el Partido Conservador y, en general, el establishment británico.
Marco de unidad
Hoy resulta difícil imaginar al imperio británico sin tomar en cuenta a la importancia de la BBC, que no sólo se encargó de transmitirle al mundo la gloria de un sistema en decadencia, sino que además brindó un marco de unidad frente a una realidad cada vez más diversa y diferenciada, compuesta por naciones y pueblos coloniales para quienes la familia real resultaba una idea abstracta, pero que, sin embargo, debían conmoverse y emocionarse frente a sus voces e imágenes.
En su centenaria historia, sería erróneo asumir que el influyente medio permaneció ajeno a las principales turbulencias y conflictos de la agenda política británica. De hecho, los problemas para la BBC existieron prácticamente desde su misma creación, en 1922, en momentos en que se debatía la relación entre los medios, el poder y el carácter público de la información.
Historia
En 1926 la BBC recibió al primer golpe a su credibilidad cuando los lideres del Congreso de Sindicatos Británicos (Trade Union Congress-TUC), la acusaron de favorecer los intereses de la patronal durante la huelga general que durante 9 días y gracias a la adhesión de casi 2 millones de trabajadores puso en jaque al gobierno conservador de Stanley Baldwin, en tiempos del monarca Jorge V.
En 1984, durante la huelga de mineros que se extendería por casi un año, y cuya derrota final implicó la imposición definitiva del modelo neoliberal, la BBC fue señalada por responder a los intereses de la Primer Ministra Margaret Thatcher, e incluso, por editar material fílmico para inculpar a los manifestantes por actos de violencia cometidos durante la larga protesta.
Sin embargo, las críticas hacia la BBC empeoraron entre 1988 y 1994, cuando prevaleció una política de censura que tuvo por objetivo afectar a un amplio conjunto de organizaciones, en particular, el Sinn Fein y el IRA, en un período en el que recrudeció la conflictividad en Irlanda del Norte. Una situación similar se viviría en 2014, con acusaciones de que la BBC no ofrecía una visión neutral ni objetiva sobre la campaña por la independencia de Escocia.
Las últimas décadas
De igual modo, y sobre todo en estas últimas décadas, la BBC incurrió en casos de discriminación por edad y por género, resaltando diversos casos de homofobia y transfobia. De igual modo, se produjeron expresiones poco felices sobre la región latinoamericana y, especialmente, frente a los reclamos de soberanía de Argentina sobre Malvinas.
En tanto que la reproducción del falso argumento en torno a la existencia de armas de destrucción masiva no sólo contribuyó a justificar al ataque a Irak en 2003 sino que además amplificó una sensibilidad antiárabe que se profundizaría en los años siguientes, en concordancia con actitudes discriminatorias a la India, a la que nunca dejó de considerar como colonia en términos culturales.
Probablemente, el punto de mayor desapego entre la BBC y el público británico haya tenido lugar en 2021 con la muerte del príncipe Felipe de Edimburgo. La trasmisión constante de las honras fúnebres y la suspensión de la programación habitual cosecharon cerca de cien mil notas de protesta por parte de una ciudadanía hastiada por la sobrecarga informativa.
La guerra en Ucrania
El conflicto en Ucrania contribuiría a redefinir una vez más los términos de desenvolvimiento de la BBC, convertida, gracias a la labor de “periodistas” y “especialistas” en uno de los principales articuladores del discurso no sólo de Reino Unido, sino también de las potencias occidentales coaligadas en la OTAN, entidad con la que el medio informativo guarda importantes vasos comunicantes a partir de la rotación de personal en puestos jerárquicos y de alta responsabilidad.
Al fin y al cabo, y tal como lo expuso el sitio independiente The Grayzone en febrero de 2021 a partir de un conjunto de documentos secretos, la BBC, la agencia alemana Reuters y el sitio de “periodismo independiente” Bellingcat, participaron en programas encubiertos financiados por el Foreign Office para “debilitar a Rusia”, especialmente, en sus propios medios informativos.
El alineamiento de la BBC hacia el gobierno británico resultó así incuestionable y fue merecedor de felicitaciones por la “alta calidad informativa” brindada por el número ampliado de corresponsales en Ucrania al inicio de la intervención rusa.
Con todo, la BBC volvió a ser blanco de las críticas por sus informes y por declaraciones de algunos de sus entrevistados. El 25 de febrero de 2023 el ex fiscal general adjunto de Ucrania, David Sakvarelidze, afirmó que se sentía muy “sensibilizado” porque todos los días veía que “europeos con cabello rubio y ojos azules eran asesinados con los misiles, helicópteros y cohetes de Putin”. La empatía del entrevistador provocó toda una ola de repudios en las redes sociales.
A principios de junio, fue Chris Bryan, un parlamentario galés del Partido Laborista quien cuestionó la veracidad de la información de que el ejército ruso había matado a 250 soldados ucranianos en Donetsk, sembrando dudas sobre el rigor informativo del medio público y mereciendo una inmediata respuesta por parte de las máximas autoridades de la emisora.
BBC Verify
Los cuestionamientos hacia la calidad de la labor del ente público derivaron, finalmente, en el lanzamiento de “BBC Verify”, un departamento compuesto por 60 “expertos” responsables de desentrañar todo tipo de “desinformación” provocada por “activos a favor de Rusia” con el objetivo de confundir y alterar el conocimiento sobre la realidad de lo que ocurre en Ucrania.
La nueva cruzada de la emisora pública será así en contra de los llamados “medios conspiradores”: los sitios alternativos y, fundamentalmente, las cada vez más incontrolables redes sociales que actúan con un cuestionamiento cada vez mayor hacia los canales informativos oficiales.
Las repercusiones del posicionamiento político de la BBC hoy resultan claras. Cuando se pensaba que el conflicto en Ucrania podía servir para reposicionarlos, en Reino Unido la confianza en los medios de comunicación establecidos, y en la BBC en particular, ha llegado a un mínimo histórico.
Escenario de crisis
Una encuesta de diciembre de 2019 reveló que sólo el 44% de los británicos pensaba que los periodistas de ese medio eran honestos e imparciales. En tanto que en un relevamiento del sitio especializado Press Gazette, la confianza en la BBC había caído 20 puntos porcentuales en cuatro años, a diferencia de lo que sucede con su principal competidor, el medio privado ITV London.
Sin duda, se trata de un escenario de crisis para una de las principales corporaciones mediáticas, y a juzgar por el tratamiento de las noticias y por los números de audiencia, una realidad no tan diferente para una gran variedad de canales informativos de todo Occidente.