Por Por Oscar Muiño
“Había que dar ejemplos y amigar al pueblo y nada más que por eso le fui a hablar a Perón. Entre él y yo no hubo ninguna alianza, pero el pueblo se dio la mano”. Ricardo Balbín contaría años después su encuentro –hace exactos 48 años-. Juan Domingo Perón vivía en la calle Gaspar Campos, una coqueta calle arbolada de Vicente López.
Hasta allí va la visita más inesperada: Balbín. Para eludir al periodismo, trepa la tapia de un vecino y dialoga con quien lo había encarcelado veinte años antes. Balbín dirá: “No es alianza electoral, sino de coincidencias elaboradas ya en el seno del pueblo. No más antiperonismo”.
El 14 de diciembre, Perón viaja a Asunción y dice, desde suelo paraguayo: “Tenemos un acuerdo con la Unión Cívica Radical, con el doctor Balbín de manera expresa. Si nosotros triunfamos los llevaremos a compartir el gobierno con nosotros. Si ellos ganan, tenemos la promesa de que harán lo mismo”. Interrogado por la profundidad de los acuerdos, Perón contesta, definitivo: “Yo con Balbín voy a cualquier parte”.
Terminaba así un desencuentro, que ambos habían fogoneado con entusiasmo desde el lejano 1943, cuando Perón se convertía en la figura dominante del gobierno militar surgido el 4 de junio.
No era el primer encuentro. A comienzos de septiembre de 1943, Balbín se junta con otros radicales (Alejandro Leloir y Salvador Cetrá) a tomar café en el tradicional Paulista de Córdoba y Callao. Luego, todos caminan media cuadra hasta Viamonte y Callao –edificio del Ejército- donde escuchan a Perón, el coronel que busca dirigentes radicales para su nonato movimiento. Leloir se entusiasma y se va con Perón. Balbín no.
Cuando Perón gana las elecciones de 1946, Balbín pide la renuncia de la conducción de la UCR. Mientras Perón gobierna, Balbín lidera la Intransigencia, que arrebata el Comité Nacional para siempre a los unionistas. En 1950, el Congreso con mayoría justicialista decide el desafuero del diputado Balbín, acusado de desacato al presidente Perón. Diez meses de cárcel.
En 1955, Balbín acompaña la conspiración que derroca a Perón. Lidera el sector más duro con el peronismo y es derrotado por Arturo Frondizi en 1958. En 1963, cede la candidatura presidencial para la sorpresiva victoria de Arturo Illia. Ese gobierno es jaqueado por el peronismo. Pero luego del golpe militar de 1966, los destinos de Balbín y Perón empiezan a converger. Balbín articula La Hora del Pueblo. El 11 de noviembre de 1970, firma con Jorge Daniel Paladino –delegado personal de Perón-, demoprogresistas, conservadores populares, socialistas, bloquistas. Nace La Hora del Pueblo: “la lucha por la liberación nacional marca, justamente, la hora del pueblo”.
Después del encuentro Perón y Balbín
Ese noviembre de 1972 pasa de todo. El 16 aparece un diario peronista, Mayoría. El 17 Perón vuelve a Argentina luego de dieciocho años. Los militares organizan un gigantesco operativo que frustra la movilización justicialista. La residencia de Perón se convierte en punto de peregrinación durante semanas. Cada rato, Perón se asoma al balcón de la planta alta. El 26 de noviembre, la fórmula Balbín-Gamond gana la candidatura radical contra Alfonsín-Storani.
Preguntado por sobre su cárcel, Balbín aseguró haber perdonado a Perón, “así como también el presidente tuvo a bien no mencionar las barbaridades que yo le decía a diario”. Perón, a su vez, dirá que el interlocutor “tendrá que ser Balbín de cualquier forma, porque a mi entender se trata del único interlocutor válido de toda la oposición orgánica. Y el único que está en condiciones de sintetizar el alma radical”. Y agrega: “Esta operación requiere ingentes sacrificios de ambas partes, y nadie en el Partido Radical es poseedor de mayor espíritu de abnegación que don Ricardo”.
Perón y Balbín volverán a verse. Educado, Perón ofrece a Balbín ser su huésped donde él decida. Pensaba trasladarse hasta la casa de Balbín en La Plata. Balbín prefirió citarlo en el Congreso, en los despachos del bloque radical el domingo 24 de noviembre.
La Juventud Radical describe: “Por primera vez en nuestra historia se plasma la unidad de las grandes mayorías populares. Desde el poder político, con Lanusse a la cabeza, se intenta revivir el sentimiento antiperonista y, si es posible, liderarlo”.
El eje Perón-Balbín destierra la contradicción peronismo-antiperonismo y aísla al gobierno militar. Perón, Balbín y líderes de las fuerzas políticas -todas son invitadas, salvo la Nueva Fuerza de Alvaro Alsogaray y los partidos provinciales que acompañan al gobierno y a Francisco Manrique- debaten a puertas cerradas en el Restaurant Nino de Vicente López, el 20 de noviembre.
Al fin, Héctor Cámpora le gana la elección a Balbín. Antes de asumir, Cámpora es visitado por Balbín en su nuevo departamento para comprometer “el apoyo de la UCR al futuro gobierno constitucional para que tenga el éxito que el pueblo argentino ansía”. Durante la efímera presidencia de Cámpora a Balbín “se daba la posibilidad efectiva de supervisar, criticar y enmendar las acciones fundamentales del Ejecutivo” (Bonasso).
El 23 de septiembre, nueva elección. Perón saca más votos que nunca y Balbín mejora su resultado anterior. El pueblo había entendido todo.
Exige el regreso a la democracia mediante elecciones.