Dos presuntos sicarios atacaron a la mujer en su casa. El exesposo, excluido del hogar y con prohibición de acercamiento, la había amenazado. A la hora del crimen, el hombre custodiaba una empresa. Allí lo detuvieron.
Una mujer fue asesinada a balazos por dos motociclistas que simularon ir a comprar a su kiosco en el barrio Pirayuí Nuevo de la capital provincial. Todas las sospechas apuntan al exmarido de la víctima como el presunto ideólogo del crimen que habrían cometido sicarios.
Ramón Erlindo M., de 55 años, con prestación de servicios como policía de Corrientes, resultó detenido mientras ejercía la custodia en una empresa.
Juana Rosa Rojas, de 52 años, murió el sábado a la noche a causa de al menos cuatro impactos de proyectiles en la espalda, cabeza y brazos.
Los hechos sucedieron alrededor de las 21:30, en la denominada calle 750 del complejo 50 Viviendas, a unas tres cuadras del "Puente Blanco".
Alrededor de las 23, Ramón M. fue apresado en una firma comercial lindante a la Ruta Nacional 12. El hombre se había retirado de la fuerza provincial, aunque en la actualidad figuraría como "contratado" para cubrir "puestos fijos" y dependería de la División de Seguridad y Vigilancia.
Desde el mes de abril, el policía debía respetar una doble orden de parte del Juzgado de Familias: exclusión del hogar y prohibición de acercamiento a menos de 500 metros de Rojas y los dos hijos en común.
Las razones de tal disposición judicial serían los actos de violencia de género que el hombre ejerció sobre Rojas y los malos tratos hacia ambos hijos, un varón de 17 años y una chica mayor de edad.
El sábado, Juana respondió al llamado en puerta de un par de sujetos que habrían llegado con el pretexto de comprar "una gaseosa". La víctima tenía un kiosco de venta de bebidas.
Sin darse cuenta de que estaba a punto de ser asesinada, dialogó con uno de los atacantes y cuando regresó a entregar el pedido, la acribillaron a balazos. No fue un ataque con intención de robo.
Las heridas en los brazos serían indicativos de que trató de cubrirse. Y los impactos por la espalda los sufrió mientras corría hacia adentro de la casa. La mujer cayó junto a la puerta.
El hijo de adolescente de Juana llegó instantes después y, al ingresar a la vivienda, halló a su madre tendida en el piso, manando sangre de la cabeza. La mujer murió en el acto.
Efectivos de la comisaría seccional Vigésima acudieron a los pocos minutos. Al rato llegaron integrantes de la Dirección de Investigación Criminal y personal del Gabinete de Pericias Científicas. Todos ellos bajo supervisión de la fiscal de instrucción Sonia Meza.
Los antecedentes respecto a la situación del expolicía lo posicionaron desde el primer momento como principal sospechoso.
A la hora de ocurrir el crimen, el hombre estaba en la empresa en la que cubre servicio de vigilancia. No opuso resistencia a su detención e incluso cedió el arma reglamentaria calibre 9 milímetros. También le secuestraron un teléfono celular. En ese lugar, a varios kilómetros de la escena del asesinato, próximo al aeropuerto, se encontraba junto a un compañero, quien sería tomado como su "coartada".
Los disparos habrían sido efectuados con un arma de fuego calibre .22.
Un vecino de la cuadra habría manifestado ver a un joven de contextura delgada frente a la casa de la víctima. Tal sujeto sería quien corrió hacia una motocicleta después de escucharse las detonaciones.
Los detectives hacían un relevamiento en la zona y puntos cercanos en búsqueda de conseguir grabaciones de cámaras de seguridad.
Entre el exintegrante de la fuerza y Rojas había un avanzado proceso de separación legal con división de bienes.
Al cierre de esta edición, los presuntos autores materiales continuaban prófugos.