El Servicio Meteorológico Nacional registró durante el 2023 más de diez episodios de calor extremo en Argentina y el fenómeno va en aumento, tanto en frecuencia como en intensidad. Desde “Alianza Clima, Vida y Salud Argentina” alertaron sobre una problemática que califican de irreversible, y con efectos directos en la salud humana.
El médico especializado en epidemiología ambiental, Carlos Ferreyra, preside la entidad y explicó en diálogo con Radio UNNE por qué las ciudades se están transformando en “islas de calor” y cómo pensar estrategias para mitigar los efectos del aumento de las temperaturas en la población.
Las olas de calor son uno de los efectos más evidentes del cambio climático y el calentamiento global de la Tierra. Estos fenómenos hacen referencia a un acontecimiento prolongado en el tiempo en el que la temperatura es extremadamente alta, tal y como sucede esta semana en la región Nordeste, donde la alerta amarilla indica que la sensación térmica supera los 40°.
Ferreyra expuso en el aire de la 99.7 la necesidad de abordar la problemática del fenómeno como un tema sanidad pública y desde una perspectiva de derechos humanos; que observe la naturaleza, la urbanización y la capacidad de respuesta de los sistemas de salud ante el incremento de los eventos de calor extremo.
El especialista señaló que esto está estrechamente vinculado de modelos económicos que impulsan el extractivismo de los recursos naturales y los desarrollos industriales que descuidan el impacto de su actividad a nivel ambiental, con escasos compromisos con la sustentabilidad. En este sentido, puntualizó sobre el fracaso de Acuerdo de París, donde más de 190 países se comprometieron a colaborar en la reducción de gases de efecto invernadero.
“El acuerdo de París ponía un límite de 1,5° en el aumento de la temperatura global, que se superó ya el año pasado y con creces en los dos primeros meses de este 2024. Hay un modelo que proyecta con claridad al año 2050 un crecimiento de la temperatura por encima de los 3,8° en el planeta. Todos los elementos que conducen a concretar y anticipar eso ya están dados, y es un grave problema para el futuro de la vida”, declaró el médico.
En este sentido, el exconsultor de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en clima, salud y ambiente, alertó que entrado en siglo XXI las ciudades se constituyeron como “islas de calor”, producto de la emisión de gases de efecto invernadero: “gases como el dióxido de carbono y el metano atrapan el calor del Sol en la Tierra, generando profundas alteraciones en la vida y en la naturaleza. La ciencia ha comprobado que se trata de un proceso imparable”.
Islas de calor y modelos de adaptación en Argentina
Ferreyra advirtió que, hasta la fecha, en Argentina al calor se lo tomó como una cuestión de percepción individual. Sin embargo, sostuvo que el impacto de los constantes eventos climáticos extremos sobre la vida de las personas y los daños que genera en la biodiversidad debería poner bajo la lupa una variedad elementos: el ambiente, la urbanización, el transporte y la capacidad de respuesta de los sistemas de salud.
“Cada ciudad argentina que tenga por encima de los 250.000 habitantes ha sido construida sin un modelo que tenga en cuenta el calor; con presencia mayoritaria de materiales de hierro, cemento, hormigón que hace que el calor del sol se absorba durante el día y a la noche lo irradia. Ante tantas islas de calor y evaluando más de 800 núcleos urbanos, se puede decir que en el país sólo hay dos ciudades que tiene programas de adaptación, Rosario y CABA, y con recursos limitados”, reconoció.
El especialista remarcó que en países como Estados Unidos, Canadá, Alemania, Reino Unido, China o Japón avanzan con modelos de urbanización tendientes a proteger del calor a las poblaciones más vulnerables, disminuyendo el impacto del aumento de temperaturas a través de planificaciones que prioricen eficiencia energética, la presencia de la vegetación y el curso natural de las aguas para enfriar las ciudades.
El médico remarcó la importancia de que los Estados municipales, provinciales y nacionales generen políticas públicas que equilibren el desarrollo económico con una perspectiva de derechos humanos para mitigar el impacto del cambio climático en la población. Además, recordó que la epidemia de Dengue que atraviesa el país está estrechamente vinculada a esta problemática de tropicalización de los ambientes.
“Hoy en día no se producen estadísticas en Argentina sobre mortalidad que de cuenta de los muertos que generan las olas de calor. Es un derecho de la ciudadanía saber cómo impacta esto en nuestras vidas”, remarcó Ferreyra y añadió: “Los sistemas de salud deben tener una visión estratégica para los próximos 10 años, para dar respuesta al estrés térmico que afectará cada vez más a niños, niñas, embarazadas, pacientes oncológicos, con enfermedades crónicas y adultos mayores”.
NO TENER UN SISTEMA DE INFORMACIÓN EPIDEMIOLÓGICA ROBUSTO HACE QUE EL PAÍS GASTE UNA ENORME CANTIDAD DE DINERO EN ATENDER PACIENTES QUE LLEGAN TARDE A LA CONSULTA.
“No tener un sistema de información epidemiológica robusto hace que el país gaste una enorme cantidad de dinero en atender pacientes que llegan tarde a la consulta. Hace que los argentinos seamos totalmente ineficientes en la actuación ante el calor extremo”, recordó y sugirió que los efectores de salud deberán recibir formación profesional específica para mejorar la atención ante la creciente demanda, mientras que los tomadores de decisiones deberán poner a disposición los recursos para atender de forma integral desde la prevención y reducción de daños en grupos de alto riesgo.