Los imponentes edificios centrales de la Universidad Karazin coronan la Plaza de la Libertad de Járkov. Uno de ellos todavía conserva las cicatrices del último bombardeo enemigo contra el centro de la metrópoli. Fue a finales de octubre. Los rusos dispararon una bomba FAB-500 contra el Derzhprom, un emblemático inmueble de estilo constructivista. Se considera el primer rascacielos de la Unión Soviética y está protegido por la Unesco. Sobrevivió a la Segunda Guerra Mundial, pero no a la invasión de Putin. Las reparaciones comenzaron enseguida logrando perfilar casi el aspecto anterior en menos de un mes. En ese mismo ataque también resultó dañada una de las sedes de la Karazin. Decenas de ventanas tapiadas con madera esperan a ser repuestas una vez más. «Járkov, como ciudad de primera línea, ha sufrido 38% de todos los bombardeos en territorio ucraniano durante los mil días de guerra«, apunta el profesor de Relaciones Internacionales, Valerii Reznikov. El hombre cruza la explanada de la inmensa plaza, ahora huérfana de estudiantes, y señala con gesto serio hacia el tercer piso del inmueble. Hasta hace pocas semanas, allí tenía su oficina. Se calcula que un 25% de la infraestructura de la Universidad Karazin ha sido destruida por ataques rusos, indica un cartel. Varias facultades de esta Academia, residencias de estudiantes o laboratorios científicos sufrieron los golpes rusos durante más de mil días. Uno de los ataques enemigos mas recordados y repudiados en la en la ciudad se produjo en marzo del 22 cuando un proyectil dejó sólo un esqueleto Facultad de Economía. Era el lugar en el que Valerii estudió y enseñaba. Járkov es la segunda ciudad más grande de Ucrania y una de las más ricas. Su ubicación, a unos 30 kilómetros de la frontera con Rusia, ha jugado en su contra. Las embestidas del invasor han sido la norma. De noche y de día en el centro y en las afueras, los proyectiles que disparan las fuerzas del Kremlin desdibujaron la particular arquitectura del lugar. Las avenidas principales por donde corría el bullicio de los jóvenes lucen si cabe más vastas por la falta de vida universitaria. Víctimas de la guerra En la foto de arriba, estudiantes que han muerto por la guerra. Abajo a la izquierda, Valery y Anna, profesores. A la derecha, el vicerrector de la universidad M. GonzálezJárkov era la capital estudiantil del país . Más de 200.000 universitarios vivían aquí antes de la agresión a gran escala lanzada por el Kremlin. A día de hoy unos 9.000 matriculados residen de forma permanente en la ciudad. Aunque el número varia en función del contexto bélico y la seguridad. «Lo principal es que nuestros estudiantes mantengan el incentivo de continuar sus estudios y seguir creando cosas nuevas. No queremos que se olviden de la universidad. Y en principio lo logramos», cuenta desde su despacho el vicerrector de la Universidad Karazin, Anatoliy Babichev.Ucraniano, ruso, árabe...El centro académico, fundado el 17 de noviembre de 1804, es una de las instituciones más antiguas de Europa del Este. La vinculación entre la urbe y su más prestigiosa institución académica –\'alma mater\' de tres premios Nobel– hicieron que Járkov se destacase como centro científico, cultural y comercial. «La universidad es parte indispensable de la vida comunitaria de Járkov y fue fundamental para el desarrollo de nuestra ciudad», destaca Nataliia Vinnykova, profesora en el Departamento de Relaciones Internacionales. La doctora en Ciencias Políticas, antigua estudiante del centro, cuenta con emoción como era la ciudad antes de la invasión a gran escala: «Cerca de la universidad siempre escuchaba a alguien hablar ucraniano, ruso, inglés, árabe, hindú… Ahora no es así y lo extrañamos. Pero, paradójicamente, todavía tenemos estudiantes a pesar de las situaciones difíciles». Ella y el resto de sus colegas, reunidos en la soleada sala de su departamento, apuntan que no existe la posibilidad de que abandonen ni su ciudad, ni su centro ni a sus estudiantes. Noticia Relacionada estandar Si Mil días de una guerra incierta desde la asediada ciudad de Pokrovsk Miriam González | Pokrovsk (Ucrania) Pocos imaginaban en 2022 que Ucrania lograría resistir a la invasión a gran escala lanzada por Putin«Nuestros colegas de Leópolis o Kiev nos dicen que estamos locos por permanecer aquí. Por la noche escuchamos los misiles rusos y por el día volvemos a trabajar. Y a pesar de todos los riesgos nuestros salarios son los mismos que el de los otros profesores en lugares menos peligrosos, pero no nos iremos», explica Valerii. Al contrario de lo que sucede en otras localidades ucranianas más alejadas del frente y de Rusia, en Járkov la vida universitaria se ha visto trastocada de principio a fin. Las clases presenciales ha vuelto paulatinamente a las partes occidentales del país, pero la mayoría de las lecciones siguen siendo a distancia en esta universidad. Y contra todo pronóstico han ido mejorando el número de matriculaciones. La Universidad Karazin alcanzó los niveles anteriores a la guerra durante 2024. «Seguimos siendo una marca potente a pesar de todo y atraemos estudiantes de las regiones más cercanas como Sumy, Poltava o Donetsk», resume Valerii.«Ya no tenemos miedo»Anna Gaponenko, otras de las profesoras del Departamento de Relaciones Internacionales, ha aprendido a ser todavía más efectiva si cabe en tiempos de guerra. «Ya nos hemos acostumbrado a esta modalidad de trabajo. Las lecciones a distancia comenzaron con la pandemia así que teníamos una base. Además, este año hay mas alumnos. Y ya no tenemos tanto miedo ante las \'llegadas\' [los impactos de los proyectiles]. Creo que nos hemos vuelto más eficientes».Todos los profesores mantienen el buen ánimo y coinciden en que al final la guerra desatada por Putin y Rusia contra su país los ha obligado a ser «más fuertes». Pero esa fortaleza también tiene un precio que todos lo que han vivido más de dos años bajo la amenaza de las bombas rusas conocen bien.El equipo rector de la Universidad prioriza la salud física y mental de todos los que forman parte el centro en tiempos guerra. «Lo más importante son las personas. La carga principal recae sobre su salud física y mental. Ellos son el capital fundamental que tenemos. Muchos tienen sus propios problemas personales, algunos han perdido sus casas y la situación es complicada», explica el vicerrector. Pero Anatoly Babichev no quiere solo centrarse en el aspecto negativo y subraya de manera tajante: «Construiremos nuevos laboratorios y nuevas facultades. Alguien nos ayudará, buscaremos financiación… Tenemos nuevos proyectos en mente y colaboramos con otros centros europeos. Hemos reparado muchos de los desperfectos… Pero lo más difícil de todo esto es la muerte de las personas, que definitivamente no pueden ser resucitadas», añade el vicerrector.En memoria de los caídosLa Universidad Karazin llora, recuerda y honra a sus caídos en combate. En una de las amplias salas de la facultad y bajo la atenta mirada de todos los rectores que dirigieron la Academia desde el siglo XIX, varias pancartas recogen los rostros y las historias de los alumnos y profesores que dieron su vida por la patria desde 2014.Biólogos como Andrii Bondarenko , de 28 años, muerto en combate en el frente de Bajmut en 2023. O historiadores como Serhii Rybin de 26 años que falleció el pasado 6 de agosto mientras defendía la ciudad de Toretsk, en región de Donetsk tienen un lugar de honor en su Universidad. La agresión de Rusia contra Ucrania es también una guerra presente contra el futuro de todo un país. Y en este frente de la cultura y la educación, Rusia está siendo derrotada por todos los profesores y alumnos que siguen adelante después de casi tres años de guerra.Valerii se despide apurado para volver con sus alumnos en algún lugar seguro. El profesor, ante de irse, destaca con énfasis que «la universidad sigue viva». Los más de mil días de guerra no han quebrantado su esperanza y continuará formando a las futuras generaciones del país.