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Internacionales

Trump prepara su revolución: más poder y menos Estado

En la mañana del 6 de noviembre, pocas horas después de que se confirmara la victoria en las urnas de Donald Trump, un mensaje en la red social X generó mucho ruido. «Ahora que la elección se ha acabado, creo que podemos por fin decir que sí, que en realidad la agenda es el Proyecto 2025». Era una referencia a un documento elaborado por figuras conservadoras que abogaba por dar un vuelco al Gobierno de EE.UU. si Trump conseguía su segundo mandato: sus líneas maestras son el impulso de posiciones conservadoras desde el Gobierno, la reducción de las estructuras del estado y el reforzamiento de los poderes presidenciales. Ese mensaje lo firmaba Matt Walsh, un agitador conservador, conocido por sus documentales polémicos -uno sobre ideología de género, otro de este año sobre racismo- y por sus combates sarcásticos a la ideología \'woke\'.Walsh tenía intención socarrona, pero está por ver cuánto de verdad hay en el chiste. De momento, Trump ha colocado a varios autores del Proyecto 2025 en cargos clave de su Gabinete y ha dado muestras de querer revolucionar las estructuras del Gobierno federal y sus poderes. Y, al mismo tiempo, ha colocado a una de sus figuras más cercanas en estos momentos, Elon Musk, al frente de un departamento de nueva creación para acabar con un Estado desproporcionado e ineficiente y reducirlo a través de, entre otras cosas, una visión amplia de los poderes presidenciales.El Proyecto 2025 ha sido uno de los protagonistas de la campaña electoral. Nació en 2022 en la Heritage Foundation , un potente \'think tank\' conservador, con la idea de reformar de manera drástica el Gobierno de EE.UU. en una hipotética -ahora confirmada- nueva Administración bajo control republicano. Son 900 páginas de recomendaciones para todos los departamentos del Gobierno y para la relación del poder ejecutivo con las otras ramas del Estado. En el prólogo del documento, escrito por Kevin Roberts, presidente de la Heritage Foundation, los cuatro frentes centrales son: «restaurar la familia como pieza central de la vida estadounidense y proteger a los niños»; «desmantelar el estado administrativo y devolver el autogobierno al pueblo estadounidense»; «defender la soberanía nacional»; y «asegurar los derechos individuales concedidos por Dios para vivir en libertad». Roberts aseguró el año pasado sobre esos planes que EE.UU. estaba «en el proceso de una segunda revolución, que será sin sangre si la izquierda lo permite».Proyecto 2025Cuando la campaña electoral tomó temperatura este verano, el Proyecto 2025 se convirtió en un problema para Trump. Los demócratas y la campaña de su rival, Kamala Harris, lo convirtieron en pieza central de sus ataques contra el candidato republicano. Sobre todo, por las posiciones duras que el documento defiende sobre el aborto, que entonces se consideraba como el gran talón de Aquiles para Trump. El Proyecto 2025 era la prueba para los demócratas de que su segundo mandato sería un ejercicio extremista y autoritario. El documento incluye una batería de medidas para imponer en los seis primeros meses de Gobierno que incluye cosas como: eliminar la aprobación regulatoria de las pastillas abortivas -el método de interrupción del embarazo más utilizado-; acabar con los programas de diversidad, equidad e inclusión en las agencias federales; criminalizar la pornografía; eliminar el Departamento de Educación; o imponer condiciones más duras para acceder a ayuda alimenticia.El multimillonario neoyorquino, con gran olfato político, se distanció del Proyecto 2025, pese a que compartía muchas de sus propuestas. «No tengo ni idea de quién está detrás de eso», defendió a mediados de julio. «No sé nada sobre el Proyecto 2025», añadió. «Estoy en desacuerdo con algunas cosas que dicen y algunas otras son totalmente ridículas y pésimas».Trump conocía a la perfección a la Heritage Foundation y a muchos de los autores del documento. Tanto es así, que, con el segundo mandato ya en su mano, ha elegido a varios de ellos para integrarse en su Gobierno. Por ejemplo, Brendan Carr, que escribió el capítulo sobre la Comisión Federal de Comunicaciones, al que ahora Trump ha elegido para liderar esa agencia, con mucho impacto en el negocio de grandes tecnológicas como Google o Facebook. Tras su nominación, Carr prometió «desmantelar el cartel de censura» que rige en EE.UU.Otros nominados que han contribuido a la redacción del Proyecto 2025 son Tom Homan, que será el \'zar de frontera\' de Trump, encargado de llevar a cabo sus planes de deportaciones masivas de inmigrantes indocumentados; John Ratcliffe, que fue director nacional de inteligencia de Trump en su primer mandato y ahora ha sido elegido para dirigir la CIA; y Pete Hoekstra, nominado para embajador en Canadá.Pero la figura más importante es la de Russell Vought, considerado uno de los arquitectos del Proyecto 2025, y al que Trump ha recuperado para ocuparse de la Oficina de Gestión y Presupuesto. Es una agencia de gran importancia que Vought ya lideró en el primer mandato de Trump (sustituyó a Mick Mulvaney, que fue nombrado jefe de Gabinete). Entre sus competencias estará el diseño del presupuesto presidencial y supervisar de que las agencias gubernamentales sigan las políticas del presidente.El liderazgo de Vought en esa oficina le daría mucha mano para llevar a cabo uno de los grandes objetivos del Proyecto 2025: reducir el tamaño y la presencia del Estado, eliminar regulaciones, recortar gasto. Vought haría dupla con una figura que se ha convertido en protagonista de la campaña, de la transición hacia el nuevo Gobierno y, con probabilidad, del segundo mandato de Trump: Elon Musk, el hombre más rico del mundo.Musk y Trump son inseparables y el presidente electo le ha puesto al frente de un organismo de nueva creación, el Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE, en sus siglas en inglés). Estará fuera del Gobierno y tendrá el objetivo doble de meter tijera al Estado y desmantelar el entramado burocrático del Gobierno federal a través de los poderes ejecutivos del presidente.«Burocracia arraigada»Está por ver cuánto poder real amasa Musk para lograr cambios, pero sus objetivos son ambiciosos. En una tribuna en \'The Wall Street Journal\' de esta semana, firmada junto a Vivek Ramaswamy -el excandidato presidencial que será su compañero en el DOGE-, Musk defiende que la «burocracia arraigada y creciente» en EE.UU. «supone una amenaza existencial a nuestra república». Él y Ramaswamy liderarán el DOGE para buscar «tres grandes tipos de reforma: rescisión regulatoria, reducciones administrativas y ahorro de costes». Es decir: menos regulaciones, menos personal y menos gasto. El líder de Tesla y Space X ha hablado de reducciones «masivas» de funcionarios y de un ahorro de hasta dos billones de dólares (para un gasto federal anual de 6,75 billones)Musk defiende que el presidente tiene el poder para adelgazar el enorme aparato estatal y que tendrá de su lado a la mayoría conservadora de 6-3 en el Tribunal Supremo (que él mismo labró en su primer mandato con tres nominaciones de jueces conservadores).El ansia por una revolución en la estructura estatal de EE.UU. coincide con un Trump reivindicado por las urnas, con un Congreso favorable -mayorías republicanas en ambas cámaras) y con un próximo presidente dispuesta a poner al Gobierno a su servicio (poblar la cúpula del Departamento de Justicia con sus abogados personales es un ejemplo de ello). Pero también con el caldo de cultivo de una insatisfacción y desconfianza hacia el estado creciente entre el electorado, que se evidencia en las encuestas. El Gobierno federal se ha convertido en un mamotreto que no mejora la vida de los ciudadanos, que no resuelve sus problemas.Hace unos días, Ezra Klein, uno de los comentaristas más seguidos por las elites demócratas, denunciaba en su podcast en \'The New York Times\' que las instituciones han dejado de funcionar para los estadounidenses. Que el primer contrato para desarrollar el metro de Nueva York se otorgó en el año 1900 y cuatro año después ya había 28 estaciones abiertas. Y que ahora se han cumplido quince años de una inversión multimillonaria en el primer Gobierno de Barack Obama para desarrollar trenes de alta velocidad y no hay ni uno en marcha. Es una situación que se repite en muchos de los servicios públicos a los que acceden los votantes. Ahora estos últimos han elegido a Trump y la respuesta que él prepara a este problema es revolucionaria y habrá que ver si también efectiva.

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