Por Carlos Heller
Javier Milei usa la misma terminología que usaban los equipos de Mauricio Macri cuando hablaban de “sinceramiento” y devaluaban, subían la tasa de interés, generaban tarifazos en los servicios públicos y se endeudaban para pagar a los fondos buitre.
El presidente Javier Milei dio un discurso en las últimas Jornadas Monetarias y Bancarias del Banco Central. También hizo lo propio en el coloquio de IDEA, en Mar del Plata.
Por empezar, negó su responsabilidad en la devaluación del 118% de diciembre. Dijo: “me causa gracia el comentario de algunos analistas diciendo «Milei devaluó»… yo no devalué. O sea, la devaluación ya estaba ahí; es decir, era solamente una cuestión de sincerar”. Es la misma terminología que usaban los equipos de Mauricio Macri cuando hablaban de “sinceramiento” y devaluaban, subían la tasa de interés, generaban tarifazos en los servicios públicos y se endeudaban para pagar a los fondos buitre. No es casual que se repitan los nombres de aquel entonces en los equipos económicos de hoy.
El Gobierno no se quiere hacer cargo de la devaluación, pero se arroga la baja de la tasa de inflación mensual. Efectivamente, en los últimos meses los índices de precios vienen mostrando un recorrido descendente. Parece una obviedad, pero es necesario decirlo: para bajar, primero tuvo que subir. ¿Y cuándo subió? Cuando este gobierno devaluó, apenas asumido. El IPC del INDEC promedio del año 2023 hasta noviembre fue del 8,6% mensual. Al mes siguiente, el IPC se fue a 25,5%. A partir de ahí empezó el recorrido descendente. Ya en enero cayó al 20,6%, todavía a valores muy altos. Hubo que esperar hasta abril para tener un valor similar al promedio de 2023. Los números de septiembre, tan festejados por el Gobierno, son los mismos que hubo durante el 2021, plena recuperación de la pandemia (el PIB creció el 10,4%, recobrando lo perdido el año anterior).
Hay una explicación: el cambio de los precios relativos. Durante los primeros meses de la gestión del gobierno la inflación fue provocada para redistribuir de forma regresiva el ingreso a través de unos precios y tarifas casi imparables y unos ingresos salariales, jubilaciones y gasto público que iban quedando rezagados. En este sentido, el Presidente acaba de expresar en el Coloquio de IDEA que “era importante hacer el ajuste durante vacaciones, para que la gente no se enterara tanto”.
Por su parte, el ministro de Desregulación y Transformación del Estado, Federico Sturzenegger, comentó que llegó el momento de la “motosierra profunda”, un paso más en la reducción del Estado. Más aún, y dirigiéndose a los empresarios presentes en el Coloquio, solicitó: “Ustedes nos tienen que pedir que bajemos el gasto, porque cada gasto que bajamos es un impuesto que cobramos de menor manera. Destierren pedir bajar impuestos que es un privilegio para un sector”, reforzando los conceptos que el Gobierno ha presentado como liminares en la confección del proyecto de Presupuesto 2025.
Siguiendo con los precios relativos, es importante analizar otro precio importantísimo de la economía: el tipo de cambio. A la fuerte devaluación le siguió un régimen cambiario que fija una tasa de variación mensual del 2%. Entonces, nos encontramos con un primer momento frenético, que ellos llaman sinceramiento, y después con una quietud artificial, criticada por consultados analistas ortodoxos y por los sectores que siempre se benefician con un dólar más alto.
Así llegamos a esta situación paradojal, en la que tenemos un gobierno libertario que vuelve a ver “la luz al final del túnel” porque muestra algunos datos macroeconómicos sesgados, pero que en realidad ha venido logrando la baja de la inflación gracias a que interviene en la economía, en el mercado más importante como es el cambiario, ayudado por la recesión generada, entre otras variables, por la “corrección” de los precios relativos.
En las Jornadas del BCRA, en un análisis hipotético, el primer mandatario comentó: “¿Por qué es malo que haya deflación si la deflación es una forma de devolución de ingresos al resto de la población? Sí, obvio, en contra del Estado. Eso está muy bien”.
Creo que conviene advertir la consecuencia negativa que podría tener en las operaciones financieras, y por ende en la economía en general, si al momento de pagar las deudas, los deudores se encuentran en la ingrata situación de que los precios de sus productos y sus activos pasaron a ser más bajos. Recordemos la deflación de los noventa, cómo se sufría la recesión y cómo terminó todo ese proceso.
En las mismas Jornadas del BCRA se refirió al futuro cierre de la entidad anfitriona, una autoridad monetaria tan necesaria para regular un sistema vital y sensible como es el de la moneda y las finanzas para cualquier país que aspire al desarrollo, y mucho más importante si en ese desarrollo se persigue la mejora en la distribución del ingreso.
(*) Diputado Nacional Unión por la Patria - Presidente Partido Solidario