En medio de las tensiones crecientes entre Rusia y Occidente a causa de la guerra en Ucrania y las dificultades en las negociaciones de paz, la Fiscalía de Milán investiga el vuelo de un dron ruso sobre un centro de investigación de la Comisión Europea por un posible delito de terrorismo y espionaje.La presencia del dron «puede comportar un daño grave al país o a una organización internacional y tiene el objetivo de intimidar a la población », según el Ministerio Público de la ciudad italiana, al que cita \'Corriere della sera\'. El aparato sobrevoló al menos cinco veces el centro de investigación, ubicado en la localidad de Ispra, sobre el lago Mayor, en un periodo de cinco o seis días.Aunque nadie vio el dron, detectores de ondas de radio del centro registraron frecuencias compatibles con un dispositivo de fabricación rusa. La principal duda de los investigadores es, de confirmarse la autoría del Kremlin, por qué no optaron por un aparato de producción europea que no dejara ese rastro . Una de las posibles explicaciones es que Moscú quisiera mostrar su capacidad de interferir y violar el espacio aéreo europeo con facilidad.Noticia Relacionada estandar No Los presidentes de Estados Unidos y Rusia hablarán por tercera vez la próxima semana Alexia Columba Jerez En una entrevista con la NBC, el líder estadounidense ha declarado estar muy enojado con el gobernante ruso, y ha llegado a insinuar que podría aplicar aranceles al petróleo de MoscúCon los primeros análisis, los investigadores están intentando reconstruir de dónde partió el dron y dónde se encontraba la persona que lo teledirigía. Valoran la posibilidad de que los autores sean dos italianos filorrusos que se prestaron a llevar a cabo estas operaciones de presunto espionaje después de haber sido contactados a través de Telegram.En ese caso, el único «objetivo» concreto logrado por ambos habría sido un supuesto dossier con seguimientos sobre un empresario especializado en el campo de los drones y la seguridad electrónica que interesaba a los rusos. El resto de planes, como instalar cámaras en los taxis o «cartografiar» zonas de las ciudades, habrían quedado en papel mojado.