Por Carlos Weitz
Gracias al desarrollo de nuevas tecnologías, los dólares virtuales se han transformado en una herramienta que permite integrar cada vez más transferencias y pagos inmediatos locales y transfronterizos, con inversiones en instrumentos financieros ( y no financieros) del país y del exterior.
La Argentina es uno de los países con mayor grado de adopción de los denominados criptodólares como USDT, divisas digitales emitidas por empresas centralizadas que utilizan la tecnología descentralizada blockchain. Mientras la Comisión Nacional de Valores (CNV) y el Banco Central (BCRA) afinan regulaciones y/o desregulaciones, bancos y grandes empresas tecnológicas emiten variantes como el MELI dólar.
¿Quién ha visto un criptodólar?
Pocos países del mundo albergan las posibilidades de la Argentina en términos de desarrollar una infraestructura de dólares virtuales para transacciones o inversiones locales o globales, entre las cuales se inscriben los criptoactivos.
La cultura dolarizada imperante en nuestro país evidenciada tanto en la enorme cantidad de dólares acumulada por argentinos durante décadas, como la relevancia de la cotización del dólar en el proceso de formación de precios internos, como su utilización en el mundo transaccional, son factores que, con el desarrollo de nuevas tecnologías, abren un universo de oportunidades para el fortalecimiento de la infraestructura financiera argentina, tanto bancaria como no bancaria.
El INDEC calcula que el sector privado argentino tenía a fines de junio de este año monedas y depósitos en dólares por un total de u$s261.703 millones, de los cuales sólo cerca de u$s20 mil millones estaban depositados en el sistema bancario local en esa fecha.
Los restantes u$s240 mil millones de dólares en manos de argentinos deambulan en cuentas de bancos o brokers de Estados Unidos, Uruguay, Suiza, Panamá, o en algunas islas paradisiacas, o más domésticamente en las cajas de seguridad en búsqueda de inversiones seguras y protegidas.
La explosión de nuevas tecnologías, tanto centralizadas como descentralizadas, ha logrado digitalizar gran parte de nuestra cotidianeidad. En lo que respecta al mundo financiero esta revolución se ha expresado en todos los segmentos, pero con más fuerza en el vertical de pagos donde las tecnologías de registro distribuido, como la de cadena de bloques (blockchain) han permitido efectivizar transferencias transnacionales en forma inmediata desarrollando además lo que se denomina dinero programable (la capacidad de programas informáticos para automatizar por ejemplo operaciones de pagos o inversiones).
La adopción de los tokens denominados “criptodólares” (esto es representaciones digitales de esa divisa en activos virtuales) ha crecido fuertemente en Argentina en los últimos años.
De acuerdo con informes elaborados recientemente por dos de los principales proveedores de servicios de activos virtuales, Lemon y BITSO, en nuestro país se han producido más de 2 millones de descargas de aplicaciones cripto en el primer semestre de este año, siendo Argentina el país de la región en el que proporcionalmente más criptodólares son mantenidos en cartera.
Criptos con y sin respaldo
Si bien para sus maximalistas, el bitcoin, estandarte del mundo cripto, nace para suplantar a las “dañinas” monedas emitidas por los Bancos Centrales (denominadas “fiat”), necesariamente su adopción se vio y se ve necesitada de éstas como, al menos, un puente entre el tradicional sector financiero y el nuevo mundo descentralizado al que aspiran.
Mas allá de este carácter transicional que le asignan los bitcoiners al desarrollo de criptomonedas asociadas al dólar o a otras divisas, la realidad es que las mismas fueron adquiriendo una identidad propia, surgiendo variantes de dólares con sustento criptográfico tales como los emitidos por bancos centrales (denominadas CBDCS), por instituciones bancarias o por grandes empresas tecnológicas.
Simplificando y dentro del vasto ecosistema cripto habitan dos tipos de activos virtuales privados, sustancialmente diferentes en su genética.
Por un lado, los tokens creados en redes más o menos descentralizadas que no están respaldados por ningún activo, tales como el bitcoin o el ether.
Por el otro, las denominadas criptomonedas estables (stablecoins) emitidas por empresas privadas centralizadas, como Tether (USDT) o Circle (USDC) que navegan en redes descentralizadas como Ethereum o Solana utilizando la tecnología blockchain.
Estos últimos ofrecen variantes en lo que hace a su construcción, además de las respaldadas por monedas emitidas por bancos centrales, existen criptomonedas estables vinculadas al dólar pero cuyo resguardo recae en otros criptoactivos como ser el caso de DAI, o criptodólares respaldados por algoritmos como fue el caso de TERRAUSD cuya caída dejó un tendal de damnificados.
La fiebre de los criptodólares
En el universo de los criptodólares, la empresa Tether, emisora del denominado USDT domina más del 60% del mercado mundial de stablecoins con cerca de u$s120 mil millones en circulación a mediados de octubre.
En Argentina estos criptodólares se consiguen mayoritariamente a través de los denominados proveedores de servicios de activos virtuales (PSAVs) y son utilizados para realizar transferencias, como canal de entrada para participar en el ecosistema cripto o como una herramienta para dolarizar los ahorros.
Conceptualmente, estos tokens entregados a los inversores contra dólares no le generan intereses al ahorrista, apropiándose las empresas emisoras de la rentabilidad generada por los activos líquidos en los que invierten, tales como letras del Tesoro de los Estados Unidos.
Con esta sencilla estrategia Tether informó que obtuvo una ganancia récord de u$s5.200 millones en el primer semestre de 2024.
Sin embargo, en un marco crecientemente competitivo va a ser difícil que Tether pueda mantener su predominio global con este modelo de negocio a menos que empiece a reconocer y transferirles rendimientos a sus tenedores.
Ampliando el zoom de este universo, y desde un punto de vista geopolítico, estos criptodólares también juegan un rol, ya que, a efectos de escapar del radar del gobierno estadounidense y según informara Bloomberg News, al menos dos importantes productores de metales rusos han recurrido a USDTs para liquidar transacciones transfronterizas con clientes y proveedores, mientras que según el Wall Street Journal, la petrolera estatal venezolana PDVSA ha estado usando este token para aceptar pagos por envíos de petróleo.
El éxito de Tether (USDT) y en menor medida del (más regulado) criptodólar de la empresa Circle (USDC), ha dado lugar a una explosión de dólares virtuales emitidos y/o utilizados con formatos distintos por grandes empresas globales de todo tipo, tanto de servicios financieros como VISA, de inversores institucionales como BlackRock, o de empresas de pagos como Paypal, sólo por mencionar algunos ejemplos de distintos actores relevantes del mundo financiero.
Dentro del sistema bancario global también pueden mencionarse ejemplos similares, en este caso de depósitos en dólares tokenizados como el JPMCoin, token lanzado por el banco J.P. Morgan que utiliza una cadena de bloques sólo accesible para sus clientes corporativos pudiendo efectuarse a través de la misma pagos transnacionales instantáneos.
MELI dólar calienta motores en Latinoamérica
Paralelamente y en este marco donde el valor de la marca es central, Mercado Libre la empresa más grande de comercio electrónico de Latinoamérica, ha anunciado la emisión desde Uruguay del Meli Dólar (MUSD) una cripto estable que tiene el mismo valor que el dólar. La iniciativa fue lanzada recientemente por la empresa en otros países de la región como Brasil y México, pero aún no se encuentra disponible en la Argentina.
Este nuevo token puede resultar un engranaje central para potenciar funcionalidades tanto en el segmento comercial como en el financiero. Parte del éxito de las billeteras digitales en la región se ha basado en la posibilidad de remunerar sus cuentas en moneda doméstica, como un primer paso para integrar cada vez más el mundo de los pagos con el de las inversiones e ir abriendo esa misma operatoria a otras monedas o activos.
En este sentido tanto en México como en Brasil, Mercado Libre ya ofrece la posibilidad de invertir desde su plataforma financiera en criptoactivos como bitcoins o ethers, alternativa que seguramente tarde o temprano también llegarán a la Argentina.
El unicornio basa su estrategia, al igual que otras grandes aplicaciones como Alibaba en China o en menor medida Amazon en Estados Unidos, en la construcción de algoritmos que exprimen al máximo la enorme cantidad de información que le proveen sus usuarios.
Esa información es la materia prima más valiosa de que disponen las grandes empresas tecnológicas para, utilizando herramientas de inteligencia artificial y machine learning, potenciar sus distintas áreas de negocios retroalimentando en forma creciente su liderazgo.
Rompecabezas para armar
En síntesis, gracias al desarrollo de nuevas tecnologías, los dólares virtuales se han transformado en una herramienta que permite integrar cada vez más transferencias y pagos inmediatos locales y transfronterizos con inversiones en instrumentos financieros ( y no financieros) del país y del exterior.
La Argentina, por ser un país culturalmente dolarizado resulta un mercado de gran escala para estos productos criptográficos que presentan complejidades tecnológicas y de diseño muy distintas a las del mercado financiero tradicional.
Desde el punto de vista regulatorio, existe un solapamiento de facultades sobre el universo cripto en la medida que el Banco Central es responsable de llevar adelante las políticas monetarias, cambiarias y pagos, mientras que la CNV tiene a su cargo, desde este año, la supervisión de los proveedores de servicios de activos virtuales (PSAVs).
En este contexto la semana pasada la CNV puso en consulta un proyecto de norma para los PSAVs que abrirá necesarios y múltiples debates sobre temas muy complejos que no están resueltos homogéneamente en casi en ningún lugar del mundo, y que abarcan la operatoria de los PSVAS y en menor medida de los productos que se negocian en esas plataformas.
La complejidad y las implicancias de esta nueva normativa amerita que en este debate participen cooperativamente todos los actores del sistema financiero, bancos, fintechs, agentes de mercado de capitales, empresas de servicios financieros, usuarios y expertos legales y financieros, así como fiscalías especializadas que deben lidiar cotidianamente con problemáticas de todo tipo vinculadas al mundo cripto.
La caída de monedas supuestamente estables como TerraUSD, la utilización por parte de bandas criminales para monetizar y transferir transnacionalmente sus botines a través de redes anónimas, o las estafas que hoy se conocen en distintas ciudades de Argentina invocando estos mismos activos constituye un abanico amplio y diverso de amenazas que deben ser contempladas en forma realista por la regulación en la medida de sus posibilidades.
En un país donde desde hace años sobra capital humano de calidad, pero falta diálogo respetuoso y productivo entre quienes piensan distinto y tienen elementos valiosos para aportar, la iniciativa de las autoridades de la CNV de abrir a la discusión pública este tipo de normas resulta loable.
* Carlos Weitz es expresidente de la CNV y profesor de Criptoactivos en la Universidad de Buenos Aires.