Por Pablo Vera
En la Segunda Guerra Mundial, el capitán Queeg toma el mando del USS Caine, un buque dragaminas norteamericano, y se encuentra una tripulación sin disciplina, que a su juicio no se ajusta a las ordenanzas de la Armada. El se jacta de ser un hombre meticuloso hasta el detalle. Reúne a sus oficiales y les señala que hay cuatro formas de hacer las cosas: la correcta, la incorrecta, la de la Armada y la de él. Si se atienen a esta última no habrá dificultades. Los oficiales asienten y se comprometen a cumplir sus órdenes. Pero enseguida notan que el capitán se obsesiona con detalles y comienza a generar resquemores en la tripulación. La rígida disciplina naval no admite dudas, pero el primer oficial, el teniente Maryk, comienza a preocuparse.
Maryk observa comportamientos extraños que denotarían cierto desequilibrio mental en el capitán. La situación adquiere ribetes dramáticos cuando frente a un tifón, el capitán se queda absorto, conmocionado, y no imparte orden alguna. Esta indefinición pone en peligro al buque, y el teniente Maryk releva al capitán y asume el mando del dragaminas. Es decir, ante el desconcierto o el riesgo de alteraciones mentales en el comandante, el teniente formaliza un motín con el respaldo legal que le permite la normativa de la Armada ante hechos de excepción.
La historia va a culminar en un consejo de guerra que evalúa el comportamiento de los protagonistas. Esta historia es reflejada en la película “El Motín del Caine” de 1954, protagonizada por Humphrey Bogart como Queeg y Van Johnson como el teniente Steve Maryk. De la película resaltamos la desorientación, lo perdido, lo confuso que estaba el capitán Queeg. Y aquí nos encontramos con otra historia.
Es la que explica de dónde surge el dicho "perdido como turco en la neblina". Rodolfo Negri, en su El origen de las frases ilustres, dice que la frase nació como “perdido como tuco en la neblina”. El “tuco” o “tucu”, en quechua, es una luciérnaga, que al ingresar en la neblina se desorienta perdiendo su luminosidad. Otros recuerdan que en España se denominaba “turca” a la borrachera que generaba el vino moro, popularmente para referirse a alguien que esta desorientado o borracho. Arturo Jauretche, en “De pantalones cortos”, escribe que “los turcos salían al campo en sulky o carritos con su mercado persa ambulante y otros recorrían a pie la campaña con su enorme atado sobre la espalda: éstos eran los que se perdían en los días brumosos y por lo que quedó el dicho”.
Podríamos decir que Queeg, la luciérnaga, el beodo de vino moro o el turco de Jauretche tienen algo en común, están desorientados. Pero a no alarmarse, podríamos decirles. El Presidente Javier Milei, con su deseada dolarización, no está mucho mejor. De tratar de “excremento” al peso, pasando por la competencia de monedas y hoy la dolarización endógena, hay mucha niebla, y pocas luces…
Les propongo que vayamos recorriendo y veamos cómo lentamente la neblina va tapando todo. En la página 144 de su libro “El Fin de la Inflación” Milei dice una cosa, y en la 161 dice otra… ya había neblina. Despejando un poco, dice que él adoptara la propuesta de dolarización planteada por Ocampo-Cachanosky en “Dolarización, una solución para la Argentina”. En “Lady Dolarización y el Pelele" (Bs.As.5/6/24), dijimos sobre esto que “previo a la dolarización, es necesario resolver la deuda cuasi fiscal del BCRA, que estiman en 30.000 mil millones de dólares. Proponen que tal deuda sea honrada con un bono de deuda bajo legislación extranjera que 'reemplazaría' la deuda del BCRA. El pequeño detalle que parece no tenerse en cuenta es que, como la deuda cotiza a un cuarto de su par nominal, la deuda a contraer para recibir 30.000 debería ser de 120.000 mil millones…”
Al no conseguir un sólo dólar para cumplir el sueño de saldar la deuda del BCRA y dinamitarlo, hicieron un pase de magia. Transfirieron la deuda del BCRA al Tesoro Nacional. Esta deuda, mayoritariamente en mano de los bancos, obliga a un mayor ajuste fiscal para pagar vencimientos. Algunas estimaciones nos hablan de que en términos anuales, se deberá pagar un 1,7 por ciento del PBI en intereses… Estimación que puede quedar corta si el BCRA impone una suba de la tasa de interés. A partir de allí, fue tomando cuerpo la llamada “competencia de monedas”, cuando la niebla de la dolarización hacía todo invisible.
Algunas aclaraciones sobre dolarización y competencia de monedas. En una dolarización se produce un reemplazo de la moneda circulante, por el dólar a un determinado valor de cambio. ¿Qué es la competencia de monedas? En términos teóricos se corresponde con el pensamiento de Von Hayek quien en su texto “La Desnacionalización del Dinero” de 1976 establece que el monopolio estatal de la emisión monetaria es el causante de la inflación. Por lo tanto habría que quitarle curso legal a la moneda permitiendo que privados (empresas) emitiesen sus propios signos monetarios, éstos compitiendo entre sí para determinar la solidez o no de cada una. Hayek creía que esta competencia provocaría que, con el tiempo, la más estable se impondría. La idea fue rechazada por Milton Friedman, Murray Rothbard y el argentino Julio Olivera.
En la niebla de Milei, la propuesta ya no es el razonamiento de Hayek, sino establecer un régimen en el cual el peso pueda coexistir y utilizarse libremente con otras monedas en igualdad de condiciones y atributos (unidad de cuenta, medio de pago y reserva de valor).
En el contexto de la Argentina la eventual competencia dólar y peso producirá una desvalorización del peso, por ende de su capacidad adquisitiva. Argentina necesita desarrollar una política monetaria con capacidad de mantenerse activa frente a las fluctuaciones de las monedas de nuestros socios comerciales. Lo que el Gobierno no está diciendo es que en realidad van de un lado a otro con ideas monetarias, por la inocultable escasez de dólares. No los tienen para una dolarización, como tampoco para una competencia de monedas.
¿Y la dolarización endógena? Ante la imposibilidad del ingreso de dólares, lo que está sucediendo es el ajuste económico que va “desahorrando” porque produce una venta de los dólares del colchón para llegar a fin de mes. Al respecto, se recomienda “El mito de dolarización endógena” Asiain - López, 28/4/24 Página 12.
Estos auténticos manotazos esconden una sola realidad: frente a la imposibilidad de sostener las “promesas dolarizadoras” de campaña, sólo queda la baja de la inflación vía una feroz destrucción de la economía real. En este punto no hay desorientación, el dogmatismo es ley. Este ajuste corre serio peligro de hundir la Argentina, en una crisis de proporciones relevantes.
No dejemos que nos hundan, pero a diferencia del Caine, la salida no es el teniente, se llame Maryk, Villaruel o Pichetto, sino una oposición que en las calles y en las urnas proponga un Pacto Económico Social Federal, un plan de estabilización con la gente adentro, sin dinamitar la economía real. Por lo contrario, estimulándola.