Por Guido González Duarte
Tanto en reuniones del ámbito laboral como en algunos casos de consultoría, siempre surge una pregunta que se transforma en infaltable: ¿Tengo que exportar? Estas empresas que hoy no lo hacen sienten temor a estar desfasadas en el tiempo y creen que el tren ya pasó.
Por mi experiencia y las horas dedicadas a este tema, solo les puedo decir algo de forma contundente: “Estimados, están equivocados” . Si bien hubo cuestiones en los últimos tiempos que no nos motivaban a exportar, todo indicaría que, a partir de decisiones políticas que se van instrumentando, podríamos volver a motivarnos.
Pero este es un enfoque macro en el que las organizaciones no pueden ejercer presión de forma directa, así que el tiempo de exportar es siempre. Cuando digo "siempre", quiero decir en cualquier momento. Junto con la mesa directiva de la empresa, ya sea grande o pequeña y familiar, esta decisión debe ser transversal a los intereses de esas empresas. Es decir, se debe involucrar a los niveles gerenciales en estos proyectos e incluirlos en las descripciones de trabajo.
De esta forma, le damos entidad a esta tarea. Otro concepto importante es que todo es exportable. En mayo pasado, asistí a una capacitación en la Barcelona School of Management de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, en el marco del “Programa Primera Exportación” de Argentina , y uno de los conceptos de mayor fuerza que escuché es que todo se puede exportar.
Un mundo ávido de cosas, una clara identificación de los clientes y una buena comunicación del producto garantizan la llegada de nuestro producto más allá de las fronteras de Argentina. Por supuesto, es necesario conocer cuestiones arancelarias y de procesos; tener la documentación clara y en orden hará que la experiencia sea muy grata. También hay que entender que exportar es un proceso de aprendizaje; esto significa que algunos errores se pueden cometer, pero forman parte de ese proceso.
El camino es largo, pero la satisfacción no es solo económica; es mucho mayor, ya que ver nuestro producto en otros mercados nos hace sentir que estamos insertados en el mundo. Esa es una sensación indescriptible. Por eso, anímense, tomen la decisión, busquen asesoramiento y vayan con seguridad hacia el objetivo final: exportar su producto. ¡Suerte con eso!