Por María Antonia Galvaliz
La vida es un camino de aprendizaje y la toma de decisiones es una parte fundamental de aprendizajes que nos construyen y crean nuestra realidad.
Somos nuestras decisiones, dicho de otro modo, nuestras decisiones hablan de quienes somos.
Las dudas y la confusión consumen mucha energía, desgastan, son habituales a la hora de tomar una decisión. Sobre todo, cuando una decisión involucra cuestiones trascendentes en la vida, por ejemplo: seres queridos, amigos, salud o medios de supervivencia y de vida; el miedo a equivocarse ocasiona un aumento considerable de miedo y estrés.
• Ahora bien ¿Por qué dudamos? Principalmente por miedo.
Por miedo a equivocarse, a salir lastimado, a quedarse solo, a perder una oportunidad, a que las cosas no sean como antes, a lo que pueda pasar, al miedo a la crítica, a ser juzgado, a lo que los demás puedan pensar, a tener que tomar las riendas de las propias acciones diarias y sus posibles consecuencias.
Por recibir nueva información diferente a lo que se creía o pensaba, amenazante, que no gusta y hace dudar.
Por exceso de racionalización considerando que es de vida o muerte esa decisión que tienes que tomar, y al final te demoras en ello.
• Consecuencias del miedo a la hora de decidir.
El miedo hace creer y sentirse inseguro de lo que se quiere. Arroja sentimientos de dudas y confusión acerca de lo que se quiere en realidad, perdiéndose en pensamientos de lo que podría pasar, viviéndolo con angustia o miedo anticipatorio, y también de lo que los demás podrían pensar o hacer a partir de tu decisión.
El miedo imposibilita, paraliza, debilita a la hora de defender las decisiones, hace que evites las situaciones en las que tienes que decidir y hacerte cargo, que procrastines y vivas postergando con angustia lo que tienes guardado o pendiente a resolver.
El miedo no permite ver con claridad lo que se quiere y surgiendo la famosa duda.
En muchas ocasiones, el miedo promueve tomar decisiones en base a lo que los demás hacen o piensan, a la moda, al status quo, a lo que dicen nuestros amigos, la familia y; con recurrencia nos olvidamos de crear y fortalecer un criterio propio.
Y, a la hora de decidir, es una tendencia frecuente que se viva buscando la aprobación de los demás, con la finalidad de que nos quieran, aprueben y pertenezcamos.
Es importante recordar que antes de que los demás nos quieran, necesitamos querernos primero, escuchando y definiendo nuestras motivaciones a la hora de tomar decisiones.
• 5 pasos efectivos para salir de la duda.
Aceptar que te encuentras dudoso sobre algo, sabiendo que es normal dudar, que no por dudar eres menos capaz o inteligente o sano, y que es momento de encaminarte a tomar una decisión, identifica el miedo detrás de esa duda, preguntándote “¿qué es lo peor que podría pasar?” identifica lo irracional de ese miedo, y dedícate a averiguar si es cierto que eso que temes pueda pasar, descomprime tus emociones, esto te permitirá ver las cosas y sentir con mayor claridad.
Haz una lista de ventajas y desventajas de las opciones que tienes en mente o de lo que estás dudando; si tienes que optar por algo, seguramente estarás recibiendo ciertas ventajas, pero de la misma manera, encontrarás desventajas, lo importante es que las ventajas sean mayores o más importantes para tus objetivos que las desventajas. Ser consciente de las desventajas te permitirá bajar el miedo a ellas, y considerarte apto para hacerles frente y asumir riesgos medibles.
Intenta bajar la racionalización excesiva. Contacta con tu emoción, con tu sentir, visualiza las diferentes situaciones u opciones que están pasando por tu mente, ubícate ahí, e intenta sentir cuál te da más paz, en cuál te sientes más tranquilo, decide por lo que te da paz y seguridad.
Ármate de valor. Acude a tu fuerza interior, a tu poder como persona, y actúa esa decisión que deseas y confía en que decidas lo que decidas, ¡todo estará bien!
Responsabilízate. Luego de decidir, no te maltrates si no sucedió lo que querías, ni cómo querías, siempre es posible tomar una nueva decisión, o retomar el camino.
Ninguna decisión es “buena o mala”, ni “la correcta”; lo importante es que ante cada decisión que tomes en tu vida, lo hagas desde tu sabiduría personal, la cual está directamente contactada con el amor propio, la estima personal.
“Confía y cree que, al tomar una decisión con convicción, el Universo conspira para manifestarla”.
Te mando un beso inmenso TG
IG Tona Galvaliz.
FB/LinkedIn. María Antonia Galvaliz. Counselor-Logoterapia-Biodecodificación-
Coaching Ontológico y Sistémico- Speaker- PNL- Coaching WingWave- Escritora Columnista- Desarrollo Humano personal y organizacional.